Una de las últimas citas del Año Santo de la Misericordia es el Jubileo de los Excluidos que se celebra en Roma este fin de semana. El Papa Francisco ha querido que el mundo fije su atención y su mirada en los excluidos, en todos aquellos que viven en los márgenes, en aquellos cuyas condiciones de vida no son acordes con su dignidad. No se trata de un simple acto público, ni de un gesto paternalista. Se trata de reivindicar la dignidad, y por tanto, los derechos de quienes han sido excluidos del orden en el que vivimos. La lección es clara: todos tenemos derecho a gozar de los bienes de este mundo que Dios dispuso y dispone para todos.El Jubileo de los Excluidos subraya el compromiso de la Iglesia para estar cerca de quienes han sido excluidos, como hizo Jesús. Desde ese compromiso radical, ella invita a todo el mundo a salir de la distracción y asegurar la inclusión de los más pobres, conforme a su dignidad. Son cerca de seis mil las personas procedentes de toda Europa. Se trata de personas sin hogar, que viven y mueren en la calle, que carecen de un trabajo, que soportan la indigencia y no gozan de los bienes más elementales para vivir dignamente. La inclusión social es uno de los grandes retos de nuestro mundo porque nadie ha nacido para quedarse fuera.