3 DE MAYO
Juan Pablo I, un testigo creíble
Sin Albino Luciani no hubiera sido fácil la elección de Karol Woytyla

Juan Pablo I, un testigo creíble
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Nunca tan poco tiempo dio tanto de sí. Los 33 días que duró el pontificado de Juan Pablo I sirvieron para asentar un estilo de Iglesia cercana y misericordiosa por el que había apostado decididamente el Concilio Vaticano II. Pero las ideas necesitan encarnarse, y el llamado Papa de la sonrisa se convirtió en una especie de párroco universal, en una figura icónica desde el momento de su sorprendente elección en uno de los cónclaves más rápidos de la historia.
Sin Albino Luciani no hubiera sido fácil la elección de Karol Woytyla, el pontífice polaco que desbordó definitivamente los muros del Vaticano y llevó la renovación conciliar a todos los rincones del planeta. Juan Pablo I comparte con Francisco la pedagogía de la sencillez y la ternura, que tan eficaz resulta para transmitir el Evangelio en estos tiempos de postsecularismo, en los que van quedando superados los excesos de la Ilustración. Excesos que provocaron que la Iglesia cayese también, a veces, en la tentación de responder al dogmatismo racionalista con sus mismas armas.
En pleno proceso de canonización de Albino Luciani, el Papa Francisco acaba de crear la Fundación Juan Pablo I, poniendo a su principal colaborador al frente, el cardenal Pietro Parolin. Con ello pretende impulsar el estudio y difusión de su legado. Y seguramente también recordar a toda la Iglesia que, como decía Pablo VI, el mundo necesita hoy testigos que hagan creíble el mensaje evangélico, no mensajes abstractos.



