La crisis vivida estos días en Ceuta deja como legado el drama de cientos de menores marroquíes abandonados por su país y por sus familias, tras ser empujados con engaño a cruzar la frontera. El Departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal ha apelado al valor supremo de la vida para acoger y custodiar los derechos humanos de estos engañados emigrantes. Subraya que “la desesperación y el empobrecimiento de muchas familias y de menores, no debe ser utilizado por ningún Estado para instrumentalizar las legítimas aspiraciones de las personas”. Y recordando la encíclica del Papa Francisco “Fratelli tutti”, invita a mantener actitudes de convivencia pacífica al tiempo que reclama la mejor política al servicio del bien común.

Ese reclamo es especialmente necesario en estos momentos de confusión. No es de recibo que se hayan alzado voces para amenazar a la Junta de Andalucía si acoge a algunos de los menores que esperan en Ceuta una solución a su dramática situación. El delicado momento que vivimos no es el más adecuado para hacer política partidista y mucho menos para amenazar la estabilidad interior, por muy criticables que hayan sido los errores cometidos por el Gobierno de Sánchez. Lo que ahora se impone es la solidaridad y la unión de las fuerzas políticas en defensa del bien común, al margen de politiquerías oportunistas. Nuestras fuerzas de seguridad y nuestros servicios sociales han hecho su tarea de forma impecable, ahora le toca también a la política.