Cuando aún no se han aclarado las responsabilidades en torno a la destitución del coronel Pérez de los Cobos, el ministro de Consumo, Alberto Garzón, ha hecho unas declaraciones fuera de toda cordura en las que siembra la sospecha de que existen dentro de la Policía Nacional y la Guardia Civil “elementos reaccionarios” (minoritarios, aclara el ministro) en los que estaría calando un discurso radical, y que podrían ser favorables a un fantasmagórico golpe de Estado. Es una tesis lunática que ahonda en las gravísimas declaraciones del propio presidente Sánchez en sede parlamentaria, en las que hablaba de la existencia de una “policía patriótica” vinculada al PP, que estaría ahora desmantelando el ministro Grande Marlaska.

Resulta paradójico que miembros de un Gobierno sostenido por los votos de ERC, cuyos líderes han sido condenados por sedición, sugiera que hay miembros de las Fuerzas de Seguridad que instigan un hipotético golpe de Estado que solo existe en la cabeza calenturienta de estos políticos.

Afortunadamente, la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha desmentido tajantemente esa hipótesis, pero la gravedad de las declaraciones de sus compañeros de gabinete es enorme. No hay precedentes de que un gobierno democrático trate de desprestigiar a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, instituciones altamente valoradas por los españoles, para esquivar sus graves responsabilidades políticas.