En la festividad de san Pedro y san Pablo el Papa Francisco ha invitado a mirar a estos dos gigantes de la fe, que fueron liberados de sus cadenas personales tras haberse encontrado con Cristo. Como ellos, también nosotros necesitamos ser liberados de muchas esclavitudes personales y sociales por el encuentro con Cristo. Como ha dicho Francisco, sólo una Iglesia libre es creíble, y puede ofrecer al mundo una liberación que no puede darse a sí mismo.

Hoy se cumplen 70 años de la ordenación sacerdotal de Joseph Ratzinger, el papa emérito Benedicto XVI, un hombre profundamente libre que siempre ha reconocido en Cristo la fuente de esa libertad. Precisamente por eso, como ha recordado hoy el Papa Francisco, hay en su testimonio tanta verdad y nos resulta tan creíble. La vida y el magisterio del papa emérito son ejemplos nítidos de esa libertad de la que habla Francisco, en la estela apostólica de Pedro y Pablo; una libertad que siempre trasparentó como sucesor de los apóstoles y que se ha mostrado diáfana en estos últimos años, en los que vive entregado a la oración, en una vida oculta a los ojos del mundo y, sin embargo, muy fecunda para la vida de la Iglesia y para una sociedad permanente expuesta en el escaparate, en la que se necesitan verdaderos referentes que vayan más allá de las modas efímeras, que nos ayuden a dar a nuestra vida dirección y sentido.