Extraordinariamente grave

Lo ocurrido en la jornada de ayer en el Parlamento de Cataluña supone un desafío al Estado de derecho y a las reglas de la democracia. La política en Cataluña, dominada por el independentismo, muestra síntomas de una degradación y de una irresponsabilidad que presagian un escenario muy preocupante. Legitimar la desobediencia contra el Estado, arremeter contra los jueces y las Fuerzas de Seguridad, supone un paso muy peligroso en la deriva del discurso independentista, que hasta ahora se había centrado en el argumento de la soberanía. Estamos en un momento extraordinariamente grave, con unas instituciones autonómicas en clara actitud de desobediencia y desafío a la legalidad, que buscan incendiar la calle ante la inminente sentencia por el “1 de Octubre”, y que se han desconectado incluso de un elemental sentido de la realidad.

El apoyo del Presidente de la Generalitat y de los partidos del gobierno a los miembros de los “Comités de Defensa de la República” procesados por terrorismo y enviados por el juez a prisión, con la acusación de planificar atentados terroristas, es simplemente una forma de legitimación social del uso de la violencia. Si a esto se añade la acusación al Estado de haber organizado un montaje, entramos en el terreno de la psicopatología. Hace bien el Gobierno en impugnar los acuerdos del Parlament sobre la retirada de la Guardia Civil de Cataluña y la amnistía para los que denominan presos políticos. Pero no bastará con eso. El problema es muy profundo y la pregunta es si una mayoría de la sociedad catalana va a acompañar la locura de sus líderes o les dará definitivamente la espalda.