El presidente de Argelia ha anunciado, tras las últimas protestas, que no se presenta a un quinto mandato presidencial y que aplaza, sin fecha, las elecciones previstas para el mes de abril. Buteflika está al frente del país desde hace 20 años. No aparece en público desde hace mucho tiempo y su estado de salud se mantiene en secreto. La sospecha es que el poder real lo ejerce el entorno militar del mandatario.

El caso de Argelia es un caso especial en el Magreb. Colonia francesa hasta el inicio de los años 60 del pasado siglo, llegó a ser exponente de una cierta modernización cultural y política en los países de mayoría musulmana. Pero precisamente la celebración de unas elecciones relativamente libres abrió la puerta a que los islamistas tomaran el control. Después de una década de violencia en los años 90, Buteflika protagonizó la política de pacificación.

Argelia no se sumó a las revoluciones de la llamada primavera árabe de 2011. Pero como todos los países de la zona cuenta con una población joven que reclama apertura, cambios y mejora en sus condiciones sociales y políticas. Es esa juventud y sus protestas las que han provocado el anuncio de Buteflika. Ahora se ha abre un tiempo de incertidumbre. No está claro que la oligarquía que controla el país tenga voluntad de hacer un cambio real. Y existe la duda de si la sociedad que se manifiesta está suficientemente vertebrada como para conseguir avances democráticos reales. Las primaveras árabes, salvo en Túnez, fueron colonizadas en la mayoría de los casos por los islamistas.