Por segunda vez en una semana, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha alzado la voz contra el auge de los nacionalismos que dividen Europa. Primero fue con ocasión de los solemnes actos del centenario del armisticio que puso fin a la I Guerra Mundial. La segunda ha sido este domingo en Berlín, donde acudió también para rendir homenaje, junto a Angela Merkel, a las victimas de la guerra y de las tiranías. Ambos discursos se enmarcan en el contexto de las elecciones europeas que se desarrollarán dentro de seis meses. En ellas se verá hasta qué punto se hace más visible esa amenaza de caos que, según Macron, se cierne sobre Europa, o por el contrario se diluye ante el empuje de el nuevo “patriotismo” europeísta propugnado por Francia y Alemania, cuyos líderes no se encuentran en sus mejores momentos de popularidad.

La idea que ambos comparten es construir una Europa “más fuerte y soberana” y evitar así convertirse en un “juguete” de las grandes potencias. Como elemento básico de esa fortaleza, Macron defiende la creación de un controvertido ejército europeo. Mucho camino queda por recorrer todavía a esta idea para que se asiente en la sociedad como una necesidad, cuando en la propia Francia crece el malestar social por el aumento de los impuestos y del coste de la vida. Lo evidente es que hacen falta liderazgo e iniciativa para frenar los populismos que dinamitan la Unión Europea y afrontar esa encrucijada histórica en la que se encuentra el mundo.