Vergüenza institucional
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Madrid - Publicado el
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El pasado 15 de agosto falleció en Ejea de los Caballeros el expresidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán. Líder indiscutible del Partido Socialista en esa comunidad, Lambán será recordado por su coherencia y honestidad, pero también por su lealtad al proyecto político del PSOE. Por respeto a su memoria y como tributo a su honestidad, el pasado 24 de septiembre, el actual presidente aragonés, Jorge Azcón, le rindió homenaje en la apertura del debate del estado de la comunidad y le concedió, a título póstumo, el premio Gabriel Cisneros a los valores constitucionales.
Lo que era un acto de memoria y homenaje se convirtió, por decisión de los diputados del grupo socialista, en un retrato de la bajeza moral a la que puede llegar un grupo de políticos sumisos a los dictados de su secretaria general, la ministra Pilar Alegría, que rinden obediencia ciega a su jefe último, el presidente Sánchez. Un mes antes, en julio, se habían comportado de manera similar al ausentarse del Edificio Pignatelli, el día en que Javier Lambán descubrió el cuadro que le inmortalizaba como presidente del Gobierno de Aragón.
Las excusas con las que justifican su conducta no hacen más que abundar en la falta de sentido institucional de quienes no le negaron el aplauso a Azcón, sino a Lambán. No es posible saber qué pensaba y sentía cada uno de los 23 diputados del PSOE, pero lo que sí se sabe es que, como poco, hubieran tenido que pagar 600 euros de multa por un aplauso. Ese fue el castigo que la senadora Mayte Pérez tuvo que pagar por estar presente en el Edificio Pignatelli el pasado 11 de julio.