Cuando la debacle parece imparable
En manos de Sánchez el PSOE dejado de ser un partido político para convertirse en una red clientelar al servicio de un líder

Madrid - Publicado el - Actualizado
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Las elecciones en Extremadura del pasado 18 de diciembre están actuando a modo de precipitante. El descalabro del PSOE es tan indiscutible como dramática es la respuesta de su secretario general. Pedro Sánchez no ha ocultado nunca su voluntad de instrumentalización del partido que dirige ni le han faltado servidores fieles a su causa. Ahora que dos de ellos están en la cárcel, y otros tantos están siendo investigados, parece llegada la hora de que algunos se muestren dispuestos a mover el suelo sobre el que se ha asentado el presidente.
Con una claridad que no precisa glosa, el alcalde de León ha denunciado la deriva en la que ha entrado el partido, ha pedido renovación de liderazgos y cambio de rumbo. En una línea similar se han pronunciado el exministro Jordi Sevilla y el ex dirigente Eduardo Madina. Indiscutible fue la oposición al sanchismo del fallecido Javier Lambán, como lo ha sido también la de Emiliano García Page. Pero la mayoría han guardado silencio.
En manos de Sánchez el PSOE dejado de ser un partido político para convertirse en una red clientelar al servicio de un líder. Sánchez ha usado al partido como plataforma electoral, mientras ha buscado a sus primeros y principales valedores fuera del PSOE. Se ha sostenido gracias a satisfacer la voracidad de quienes le han apoyado en función de sus propios intereses. Ahora, cuando la debacle parece imparable, se disparan las primeras alarmas. Quizás todavía estén a tiempo.
Valdría la pena que los que están dispuestos a dar un paso al frente no se olviden del destino que, como recordaba hace pocos días Tomás Gómez, sufrió el Partido Socialista Italiano en manos de Bettino Craxi.



