Colombia y sus peores pesadillas
Ya puedes escuchar la Línea Editorial de esta tarde del 10 de junio

Madrid - Publicado el
1 min lectura
Miguel Uribe Turbay, candidato a la presidencia de Colombia, sigue debatiéndose entre la vida y la muerte. Víctima de un atentado perpetrado por un adolescente de 14 años, Uribe engrosa la larga lista de políticos que en Colombia han sufrido atentados a manos del crimen organizado, los paramilitares o las guerrillas.
Uribe y su entorno eran conscientes del riesgo que corría y habían solicitado refuerzos para proteger la vida del senador. Como sea, Miguel Uribe fue víctima de dos disparos de bala que no pudo planear y ejecutar un adolescente de 14 o 15 años. El joven necesitó a alguien que le proporcionara un arma y que, como parece que ha reconocido, le pagara. Los niños y jóvenes sicarios, desde los tiempos de Pablo Escobar, son parte de la violencia que ha azotado a los colombianos durante décadas. Y está claro que esto no se ha acabado.
El proceso de paz en Colombia no se ha consolidado. El país ha experimentado en los últimos 9 años un aumento de la violencia en más de un 20%. La violencia verbal y la confrontación política se han adueñado de la vida colombiana. Y todo esto solo un año antes de que se celebren elecciones presidenciales. Al Gobierno corresponde el deber de proteger a los candidatos, investigar hasta sus últimas consecuencias y poner cordura y templanza allí donde en este momento se adelantan solo conjeturas. El intento de asesinato del candidato de la oposición es un golpe a uno de los ejes de la democracia: la alternancia. Petro y los suyos deben garantizarla.