El catalán como moneda de cambio
"Sánchez se ha implicado hasta el extremo porque del uso del catalán en la UE dependen los presupuestos generales del Estado"

Escucha la Línea Editorial del miércoles 28 de mayo
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El ministro Albares dice haberse empleado a fondo en la defensa del reconocimiento del catalán, el gallego y el euskera en la Unión Europea. Lo han intentado todo. Y todo incluye presionar a algunos Estados miembros con represalias futuras de contenido militar, si no apoyaban la moción. Pues bien, ni siquiera esto dio fruto. Y no pudo darlo porque, tal como se ha ido sabiendo, la batalla estaba perdida. Finlandia y Suecia tenían claro su no. Alemania e Italia, también. Y, por si fuera poco, el PPE, al que pertenecen 14 gobiernos de la Unión, lo tiene también muy claro. La dificultad de que la propuesta prospere es que la decisión debe ser adoptada por unanimidad. Y no salen las cuentas.
Sánchez se comprometió con Puigdemont a que esta medida se aprobara en Europa a cambio de que Armengol fuera presidenta del Congreso gracias a los votos de Junts. Nunca siete escaños fueron tan caros. Y nunca un presidente estuvo tan atado de pies y manos. Sánchez se ha implicado hasta el extremo porque del uso del catalán en la UE dependen los presupuestos generales del Estado, según la última amenaza que llega de Waterloo.
El próximo 24 de junio Sánchez tendrá una nueva oportunidad. Claro que esa semana se celebra la cumbre de la OTAN en La Haya y no está nada claro que la UE pueda, o quiera, estar pendiente de una necesidad personal del presidente del Gobierno español.