Carmine Sommese tenía 66 años y era cirujano en el hospital Santa María de la Piedad de Nola, pero todos lo conocían por ser el alcalde de Saviano, un pueblo de unos 15.000 habitantes situado a los pies del Vesubio.

Hace un mes, la noticia de su contagio por el coronavirus cayó como un jarro de agua fría entre los habitantes del pueblo, donde era muy querido por su disponibilidad y su preocupación por todos. El pasado viernes fallecía víctima del COVID 19 contraído probablemente en el hospital donde trabajaba.

En el momento de su entierro ocurrió lo que nunca el alcalde hubiera deseado. La propia familia había pedido que nadie acudiera al sepelio, que iba a producirse manteniendo el estricto protocolo de seguridad al que obliga el Covid, pero el aprecio de la población por Carmine Sommese, se saltó todas las normas de confinamiento establecidas por el gobierno italiano.

Saviano quería estar con su alcalde

En los vídeos de varios vecinos se puede comprobar que cerca de 200 personas salieron a las calles para acompañar el furgón fúnebre sin mantener la distancia de seguridad y muchos de ellos ni siquiera llevaban mascarillas. En un momento concreto del trayecto lanzaron globos al cielo con la bandera de Italia.

Las consecuencias no se han hecho esperar y el presidente regional, Vincenzo De Luca, ha emitido un decreto por el que impide la entrada o la salida del municipio hasta el 25 de abril. El pueblo entero se ha convertido en zona roja. Para conseguirlo se han cortado las carreteras secundarias que llevan a la localidad. En este mismo decreto se ordena el cierre de las oficinas públicas.

Una medida extrema que ha sido necesaria según el gobernador para impedir que Saviano se convirtiera en un foco de contagios y proteger la salud de los vecinos y la de los pueblos de alrededor, puesto que el territorio tiene una gran densidad de población.

En las próximas horas se procederá a identificar a los participantes en el funeral del alcalde, como medida de prevención para acotar posibles contagios.

En Italia la restricción de movimientos permite abandonar un pueblo o ciudad únicamente por comprobadas exigencias laborales, urgencias o motivos de salud.