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El próximo 24 de enero Italia afronta la elección del sucesor de Sergio Matarella

Uno de los momentos más importantes de la política italiana es la elección de presidente de la República, el cargo institucional más importante del país

El próximo 24 de enero Italia afronta la elección del sucesor de Sergio Matarella

EFE/Orestis Panagiotou

@evaenlaradio

Corresponsal de COPE en El Vaticano

Roma

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 09:57

El ritual que marca la elección de un presidente en Italia es uno de los más interesantes del mundo. Se necesita encajar todas las piezas para que el elegido no rompa la ya de por si frágil gobernabilidad italiana y se convierta en signo de estabilidad a largo plazo. Su papel, además, es determinante en las recurrentes crisis políticas del país.

La Constitución le confiere grandes prerrogativas para convocar elecciones, disolver el Parlamento y nombrar a los nuevos Gobiernos. Además, también vela para que lo aprobado por el Ejecutivo no sea anticonstitucional y, su firma es necesaria para hacer firmes las leyes emanadas por el gobierno. Se podría decir que ejerce de árbitro supremo de la política italiana. De ahí que sea necesario elegir a un presidente de consenso, por lo que se suelen buscar personas prestigiosas capaces de llevar las riendas del país en caso de tormenta.

Silvio Berlusconi sueña con cerrar su carrera política poniéndose al frente de la jefatura de Estado y en este momento es el único que a sus 85 años se ha ofrecido abiertamente para ocupar este cargo. Cuenta con el apoyo de las fuerzas políticas del bloque conservador, pero su nombre produce sarpullido a medio país, tanto a los partidos de la izquierda como al Movimiento 5 Estrellas, quienes ya han hecho público que no apoyarán su candidatura. Los escándalos judiciales que acumula en su curriculum no se consideran dignos de una persona llamada a ocupar la jefatura de estado.

La persona elegida determinará la línea política de los próximos siete años. Quien más posibilidades tiene es el actual primer ministro Mario Draghi, pero su ascenso al Quirinal obligaría a buscar un nuevo premier que concluya el quinto año de legislatura. En este caso, si se consigue evitar las elecciones, habría que encontrar un candidato técnico que finalice el mandato. Pero si no hay consenso entre la coalición que gobierna en este momento se tendrían que convocar elecciones anticipadas, con lo que se pondrían en riesgo las reformas ya iniciadas para sacar al país de la crisis provocada por la pandemia y asegurar la buena marcha de las inversiones con los fondos europeos.

En Italia hablar del Quirinal son palabras mayores. En su origen se proyectó como segunda residencia papal allá por el S. XVI. Tras la unificación de Italia pasó a ser el palacio de los reyes de Italia y cuando se abolió la monarquía, comenzó a ser la sede de la presidencia de la República.

Sistema de votación

El lunes 24 de enero los parlamentarios iniciarán las votaciones en secreto en la Cámara de Diputados. Deberán escribir el nombre de su candidato en un papel. El recuento de votos es público y se hace en voz alta con la lectura de todas las papeletas. En total son 1.009 parlamentarios electores, incluidos los senadores vitalicios y representantes regionales. La regla de la votación preestablecida permite alargar las votaciones el tiempo que sea necesario hasta que se llegue a un consenso alcanzando el quórum necesario. En las tres primeras votaciones se necesitan dos tercios: es decir, 673 sobre 1009 parlamentarios. A partir de la cuarta, sirve solo la mitad más uno, 505 votos.

Hay una tradición no escrita en la que se asegura que el nombre del elegido no suele aparecer en los primeros escrutinios, aunque no siempre se cumple. Mattarella, Napolitano o Scalfaro fueron elegidos tras muchas votaciones. Por este motivo, en las primeras votaciones los partidos suelen proponer candidatos lanzados como globos sonda, en algunos casos nombres improbables, que al final quedarán descartados. No se escode que esta alternativa al voto en blanco también se utiliza como estrategia para agotar las votaciones y conseguir que se rebaje la mayoría necesaria. Según se van incrementando las votaciones a nadie le sorprende que los líderes políticos vayan cambiando de candidato drásticamente según se mueven las fichas sobre la mesa.

Como las votaciones son secretas, en la política italiana son frecuentes los llamados “francotiradores”. Una palabra con la que se denomina a los parlamentarios que rompen la disciplina de voto de su grupo.

Los posibles candidatos

Son muchos los que consideran que ha llegado la hora de que una mujer se convierta en la próxima inquilina del Palacio del Quirinal. Varias figuras del mundo de la cultura han lanzado un llamamiento, apoyado en los medios, para que se elija por primera vez a una mujer como presidenta de la República. Marta Cartabia, actual ministra de Justicia y antes presidenta del Tribunal Constitucional, podría tener muchas posibilidades. Es Independiente, muy respetada por todos los partidos y atesora una sólida carrera como constitucionalista.

Otro de los posibles candidatos es Pier Ferdinando. Lleva casi 4 décadas como parlamentario. Fue presidente de la Cámara de los Diputados y de la Internacional Demócrata de Centro.

En el caso de que Silvio Berlusconi finalmente no se presentara como candidato, dos mujeres de su partido podrían tener alguna posibilidad: Letizia Moratti, exalcaldesa de Milán y ex presidenta de la RAI, actual consejera de Sanidad en el Gobierno regional de Lombardía podría aglutinar los votos del bloque conservador. Otra alternativa también dentro de Forza Italia sería Elisabetta Casellati, que en estos momentos es la presidenta del Senado.

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