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Norio Suzuki, el aventurero que rescató al último soldado de la Segunda Guerra y murió buscando al yeti

Suzuki fue el hombre encargado de rescatar a Hiroo Onoda, soldado de la Segunda Guerra Mundial que llevaba 30 años luchando la guerra por su cuenta

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Javier Martínez
@jmartinezrei

Redactor de COPE.es 

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 13:18

El 26 de diciembre de 1944, el teniente Hiroo Onoda del Ejército Imperial del Japón fue enviado a la isla de Lubang como parte de un grupo de soldados nipones cuya misión era impedir que las tropas norteamericanas y filipinas pudieran conquistar la zona. Antes de marchar a su misión, el teniente Onoda recibió órdenes de no rendirse bajo ninguna circunstancia.

Apenas dos meses después de su llegada a la isla, el contingente japonés se rindió ante las tropas aliadas y todos los soldados nipones se entregaron. Todos, menos Onoda y tres compañeros, que se escondieron en la selva para seguir haciendo la guerra por su cuenta.

Durante meses, se dedicaron a llevar a cabo acciones de guerrilla contra las tropas y la policía locales, con escaso éxito. Al acabar la Guerra, los aliados lanzaron panfletos sobre la zona anunciando la derrota del Japón y el final del conflicto. Los cuatro soldados leyeron los panfletos y decidieron que se trataba de propaganda aliada y que no se iban a rendir. Unos meses después, fueron los propios japoneses los que lanzaron esos papeles firmados por el mismísimo emperador, que los conminaba a abandonar las armas. Una vez más, los soldados desecharon los documentos, convencidos de que no eran legítimos.

Norio Suzuki

Cuatro años después del final de la Guerra, nacía en la ciudad japonesa de Chiba Norio Suzuki. A pesar de su inteligencia, Norio nunca fue un gran estudiante. Comenzó la carrera de Económicas, pero la abandonó a los pocos meses por falta de motivación, y se dedicó a viajar por el mundo. Con apenas 23 años, Suzuki recorrió Asia, Oriente Medio y África, cargado con una mochila y durmiendo donde encontrara acomodo, muchas veces al aire libre, y buscando empleos temporales con los que pasarse su pequeña aventura.

Mientras tanto, en la isla de Lubang, la cosa se iba poninendo peluda para el teniente Onoda. Pocos meses después del nacimiento de Suzuki, uno de sus tres acompañantes decidió desertar y entregarse a las tropas filipinas. Los japoneses redoblaron su apuesta lanzando sobre la zona postales con fotografías de los familiares de los soldados rebeldes pidiéndoles que se rindieran. Sin éxito. Poco tiempo después, en 1952, otro de los soldados murió durante una escaramuza con la policía filipina. Onoda se quedó solo junto al soldado Kozuka.

El 15 de diciembre de 1959, tras seis meses de intensa búsqueda por parte del ejército japonés en la selva de la isla de Lubang, el teniente Onoda y el soldado Kozuka fueron declarados muertos, al no haber ni rastro de su paradero.

La promesa de Suzuki

En 1972, Norio Suzuki regresó a Japón, en busca de una nueva aventura. Oyendo la radio, escuchó una noticia increíble: el soldado Kinshichi Kozuka, dado por muerto 13 años antes, había fallecido mientras quemaba un campo de arroz de unos campesinos filipinos de la isla de Lubang. Su cómplice había logrado escapar con vida del enfrentamiento.

Ese día, Norio Suzuki decidió dedicar el resto de su vida a tres propósitos: encontrar al teniente Onoda, un panda y al yeti, el legendario hombre de las nieves.

Una misión complicada que comenzó pocos meses después con su viaje a la isla de Lubang.

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El encuentro entre Suzuki y Onoda

Tras cuatro días de vagar por las selvas de la isla, el aventurero de 25 años Norio Suzuki dio con un hombre, con aspecto de salvaje, que vivía en una cabaña en la selva. Onoda, de 52 años en aquel momento, recuerda así el encuentro entre ambos: "Este joven hippie vino a la isla a interesarse por los sentimientos de un viejo soldado japonés. Suzuki me preguntó que por qué no volvía a casa".

Inmediatamente, ambos trabaron una buena amistad, a pesar de que Onoda llevaba dos años sin tener contacto con ninguna otra persona. A pesar de la insistencia del joven, Onoda se negó a rendirse hasta que no recibiera órdenes de un superior.

Suzuki volvió a Japón unos días después, con una fotografía como prueba de que el teniente Onoda seguía vivo. Encontró a su antiguo superior, el Mayor Yoshimi Taniguchi, que ahora trabajaba en una librería, y juntos volvieron a la isla para informar al viejo teniente de que podía abandonar su puesto.

Después de treinta años en la selva, el teniente Onoda entregó las armas y se rindió oficialmente ante el presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos, el 11 de marzo de 1974.

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La búsqueda del yeti

Después de dar con Onoda, a Suzuki no le costó mucho encontrar un panda, por lo que rápidamente cumplió los dos primeros objetivos de su lista. Sin embargo, el tercero, la búsqueda del yeti, resultó mucho más complicada de lo que el aventurero había previsto.

Durante los siguientes diez años, Norio Suzuki dedicó su vida a buscar el ser legendario en las cumbres del Himalaya, hasta que, en 1986, una avalancha acabó con su vida a los 37 años mientras intentaba completar el último punto de su plan.

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