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El 'dilema' europeo para no financiar a Putin: ¿pequeños gestos individuales o medidas de gobiernos?

Algunas voces en Europa piden a los ciudadanos que reduzcan su consumo energético, pero la Agencia Internacional de Energía propone medidas más eficaces para los gobiernos

El dilema europeo para no financiar a Putin: ¿pequeños gestos individuales o medidas de gobiernos?
Sergio Muñoz González
Redactor de COPE.es

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 20:11

El conflicto en Ucrania entra en una nueva etapa. La guerra relámpago que planeó Vladímir Putin ha fracasado por la valiente defensa ucraniana y el Kremlin ha cambiado de estrategia y dirige sus tropas a dominar el corredor del Donbás. Ucrania continúa demandando ayuda a Occidente para obligar a Rusia a cesar sus intentos de ocupar su territorio.

Volodímir Zelenski insiste en cada una de sus intervenciones que la OTAN tiene que endurecer sus sanciones a Moscú. En esta línea, el ministro de Exteriores de Ucrania, Dimitro Kuleba, asegura que solo "un embargo sobre el gas y petróleo" ruso podrá detener a Vladímir Putin. La Eurocámara ha pedido este jueves que se impongan más sanciones contra Rusia en respuesta a la invasión de Ucrania, incluido un embargo "total e inmediato" de las importaciones rusas de petróleo, carbón, combustible nuclear y gas.

Sin embargo, factores como la dependencia de muchos países europeos de los recursos energéticos de Rusia o que los cambios en materia energética son lentos hacen que esta medida aún no se haya aplicado, pese a que la Unión Europea defiende su aplicación. De hecho, países como Alemania o Austria se oponen al veto energético porque defienden que les perjudicaría más a ellos que a la propia Rusia.

El dilema europeo para no financiar a Putin: ¿pequeños gestos individuales o medidas de gobiernos?



Una llamada a Europa para que "despierte del sueño cómodo"

Mientras tanto, la guerra continúa y, en cierta manera, Occidente está financiando con la compra gas natural y petróleo los ataques de Rusia a Ucrania. Esto ha hecho que en lo que se toma una decisión, surjan algunas voces en Europa que cargan la responsabilidad en los ciudadanos pidiendo que reduzcan su consumo personal para que disminuya esta financiación.

Josep Borrel, Alto Representante de la Unión Europea para Política Exterior, se dirigió a los ciudadanos europeos para insistir en que deben reducir el consumo bajando la calefacción. Alertó a la "conciencia mundial" e hizo una llamada a Europa para que "despierte de cierto sueño cómodo" y que se reduzca la dependencia de Rusia a nivel individual "bajando el consumo un poco".

La vicepresidena ejecutiva de la Comisión Europea pidió a la población del territorio comunitario que "controlen" sus duchas para ahorrar energía. "Controlen sus propias duchas y la de sus hijos. Y cuando cierren el agua, digan: 'Toma esto, Putin'", aseguró la comisaria europea en una entrevista.




Robert Habeck, ha advertido que "a partir de ahora, todos los consumidores de gas, desde empresas hasta hogares, también deben reducir su consumo tanto como sea posible" y alerta que "cada kilovatio-hora cuenta". Una estrategia similar a la que anunció Países Bajos.

Simone Tagliapietra, uno de los miembros del grupo de expertos Bruegel, explicó que pese a que es una medida que "huele a austeridad", los gobiernos europeos deberían haber pedido a los ciudadanos que reduzcan el consumo de gas y petróleo para suavizar la crisis energética. "Cada billón de metros cúbicos de gas que no consumimos, es importante. Ese gas es muy caro, y tenemos que empezar a llenar los depósitos de cara al próximo invierno", aseguró Tagliapietra.

¿Son realmente los ciudadanos los que tienen que afrontar la reducción del consumo a nivel individual?

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) explica que los pequeños cambios individuales, si son a gran escala, pueden tener un gran impacto en el consumo del gas y el petróleo. De hecho, destacan que si los consumidores reducen un grado centímetro la calefacción en las viviendas se reduciría el consumo en 10.000 millones de metros cúbicos de gas en un año. Pero en el informe realizado por la AIE se enumeran diferentes medidas que permitirían a la Unión Europea reducir un tercio la dependencia de los recursos energéticos rusos, muchos de ellos más eficaces que la reducción de consumo individual.

El primero de los puntos consiste en no firmar ningún nuevo contrato para importar gas natural procedente de Rusia. Para cubrir las necesidades energéticas, la UE debe sustituir este recurso con otros proveedores como Estados Unidos, Azerbaiyán, Catar o Argelia. Con esto, se podría reducir la compra de gas ruso en 30.000 millones de metros cúbicos en un año. Sin embargo, una de las alternativas, Argelia, se encuentra en un conflicto diplomático con España tras el giro del Gobierno en el conflicto del Sáhara apoyando a Marruecos. Además, resalta la necesidad de obligar a los países comunitarios a almacenar un mínimo de gas para anticipar la respuesta ante posibles problemas de suministro.

¿Pequeños gestos individuales o medidas de gobiernos? El dilema europeo para no financiar a Putin


Por otro lado, el informe destaca que se fomenten otras vías de obtención de electricidad como los proyectos eólicos y solares, que ayudarían a reducir el uso del gas natural en 60.000 millones de metros cúbicos en un año. Además, defiende que se impulse la bioenergía y la nuclear para disminuir 13.000 millones de metros cúbicos de gas adicionales. También promueve que se intensifique la diversificación y descarbonización de las fuentes de generación de electricidad. Respecto a las eléctricas, propone impuestos a corto plazo por los beneficios imprevistos de estas empresas para que los precios elevados no impacten en los consumidores con menos recursos.

En cuanto a las iniciativas en edificios, defiende que se promueva la eficiencia energética en viviendas e instalaciones industriales para ahorrar unos 2.000 millones de metros cúbicos de gas al año. Además, destaca la importancia de acelerar el cambio de calderas de gas por bombas de calor para sumar 2.000 millones de metros cúbicos de gas menos de consumo en un año.

Los cálculos muestran que la Unión Europea importa unos 300.000 millones de centímetros cúbicos de Moscú. Por tanto, siguiendo las diez medidas expuestas por la Agencia Internacional de la Energía, el organismo comunitario podría reducir aproximadamente un tercio del gas natural que compra a Rusia. Según la AIE, en un año habría un ahorro de unos 115.000 millones de centímetros cúbicos de los que solo 10.000 millones serían por la colaboración de los ciudadanos a nivel individual. Estos datos reflejan que la población comunitaria puede suponer una ayuda para reducir la dependencia energética, pero la llave la tienen los gobiernos que son los que pueden aplicar todas estas medidas.

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