El Gobierno se mueve con comodidad en la opacidad y se aferra a los vetos cruzados que mantienen bloqueada en el Congreso la Comisión de Gastos Reservados, conocida como de Secretos Oficiales que ni siquiera ha llegado a constituirse para inhibirse del control. En La Moncloa observan la situación como si fuesen meros espectadores y se cruzan de brazos.

La incorporación de Vox, ERC y Bildu, a los tres les corresponde un sillón por tener grupo parlamentario propio, es rechazada por una parte u otra del Hemiciclo, haciendo imposible la necesaria transversalidad en las votaciones para alcanzar la mayoría necesaria de tres quintos, 210 votos, en la constitución de nuevo de la comisión disuelta cuando Pedro Sánchez convocó las elecciones generales de abril de 2019. Desde entonces, ha sido incapaz de volver a formarse. Al PP tampoco gusta la idea de permitir la entrada de la formación heredera de Batasuna.

En anteriores Legislatura, la de 2011 a 2015, ERC quedó fuera de la comisión por la negativa de los populares ante su cercanía a Amaiur, coalición integrante entonces de los proetarras. En todo caso, el órgano parlamentario jamás había estado tanto tiempo sin constituirse como ahora. Y las consecuencias son que el CNI permanece sin ser fiscalizado por las Cortes o el mismo Ejecutivo carece de un órgano para reportar información cuanto menos sensible sobre asuntos relacionados con la Seguridad del Estado. Por ejemplo, el uso de los fondos reservados asignados a los Ministerios del Interior o de Defensa.

La actividad de la comisión, siempre secreta, ha pasado por escudriñar información sobre la lucha contra el terrorismo, los atentados del 11-M, vuelos de la CIA o el caso Corinna Larsen. El bloqueo, según descuentan en La Moncloa, está servido para el resto de la Legislatura. De ninguna manera, advierten, van a excluir a los separatistas catalanes. Y además, como reconocen sotto voce entre personas que forman parte del círculo de confianza de Pedro Sánchez, “nos beneficia ahorrarnos explicaciones”. Sin rodeos.

Y es que en ningún caso se les oculta que el Rey Emérito y todo lo que presuntamente le rodea sería materia sobre la mesa de la comisión ahora cerrada a cal y canto. Los tantas veces denostados vetos cruzados resultan de lo más conveniente al presidente del Gobierno.