Con la mayoría de la Investidura poniendo en peligro la continuidad de Pedro Sánchez en el Poder, La Moncloa y Ferraz están viendo parpadear insistentemente la luz roja que señala “alarma” en sus estudios demoscópicos. Más de 6,6 millones de andaluces son llamados en apenas tres semanas – el 19 de junio - a unas urnas autonómicas que van a significar un termómetro real sobre las siguientes convocatorias con estación final en las generales de 2023.

La sala de máquinas socialista ha constatado que el PP nacional ha logrado romper su techo electoral, gozar de una gran fidelización de voto y además pescar en los caladeros de Vox y del propio PSOE. En definitiva, de mantenerse en el tiempo ese actual desequilibrio de fuerzas, la oportunidad de un cambio de ciclo o de la alternancia en el poder estarán servidas. Frente a tal radiografía, Sánchez y su equipo tratan de irradiar aplomo o, al menos, confianza en las posibilidades del partido de ir de menos a más en el tramo oficial de la campaña en Andalucía, la maquinaria ya a pleno rendimiento, con el 19-J cada vez más cerca.

Pero el pistoletazo de salida de la carrera tampoco augura el mejor de los finales. “Movilizar y movilizar a los nuestros”. Es la consigna consecuente en medio de la falta de un verdadero motor emocional que active a sus electores. “Calma, pasarán cosas”, inciden una y otra vez desde el cuartel general socialista cuyos cálculos siguen siendo conservadores y confluyen en la frontera psicológica del millón de votos obtenido en 2018. La pérdida de fuelle ante la previsible consolidación de Juanma Moreno Bonilla como un candidato ganador a gran distancia puede deslizar a la principal federación del PSOE por debajo de esa barrera. Hay demasiado en juego.

Un mal resultado en los comicios andaluces combinado con unas encuestas que consolidan en España a Alberto Núñez Feijóo multiplican los nervios, cada vez más indisimulados, de puertas adentro. Como a perro flaco todo son pulgas, dirigentes del PSOE ya sugieren la necesidad de movimientos de Pedro Sánchez para recuperar impulso y pasar página de un previsible “desenlace cruel” el 19 de junio. Amparados bajo el off the record, diferentes cuadros auguran que un batacazo forzaría al propio Presidente a tomar decisiones de calado que permitan salir del atolladero. Y ello, asumido, más allá de una intervención en el PSOE-A. Hay quienes contemplan como "plausible" una nueva remodelación del Ejecutivo antes del verano.

Las especulaciones sólo pueden ser interpretadas por la realidad de un partido que está lejos de sentirse seguro del terreno que pisa. Es una forma de adelantarse a los acontecimientos que, en espera de constatar el alcance del varapalo andaluz, puede significar también el embrión en distintos territorios de la contestación al actual sosiego de Pedro Sánchez en la organización. Tal es el clima adverso percibido en las entrañas socialistas, cuando el Gobierno parece haber entrado en barrena. Ahí, ante la falta de capacidad de ofrecer orden para rentabilizar unos supuestos logros, se halla ahora mismo el principal factor del desconcierto interno.