La negociación de los Presupuestos Generales del Estado en el seno de la coalición de Gobierno ha entrado en su fase final. “A falta de los últimos flecos”, incide el ala socialista, “el proyecto está listo” para recibir la luz verde del Consejo de Ministros. La titular de Hacienda, María Jesús Montero, está a la espera. Únicamente la sed de visibilidad de Unidas Podemos obliga a estirar su papel en las cuentas públicas para 2022. Puro tacticismo para, asume La Moncloa, “salir en el selfi” presupuestario. Eso permite a los morados recordar su condición de Gobierno. “Los acuerdos se cuecen o se negocian a fuego lento”, en palabras de Yolanda Díaz.

La aplicación del impuesto mínimo del 15% en Sociedades para las grandes empresas está ya incorporado al borrador, tal y como reclamó el socio minoritario que podrá venderlo como un logro, fruto de su presión alPSOE, ante las mermadas filas moradas. Se esperaba el equipo de Pedro Sánchez un órdago con la enquistada regulación del alquiler como medida política que acompañe a las cuentas y así ha sido con el anuncio desde hace casi una semana de la conminatoria presentación en las Cortes de una proposición de ley avalada por todos los socios de los socialistas, a excepción del PNV. Es decir, además de Unidas Podemos,ERC, Bildu, Más País o Nueva Canarias, y por añadidura PDeCAT o la CUP.

Con el recorrido de la iniciativa todavía por ver, el Ejecutivo ha ido tanteando a las fuerzas que, a la postre, van a permitir a Sánchez aprobar unos Presupuestos expansivos por una amplia mayoría. La geometría variable que el Presidente exploró el año pasado con Ciudadanos a la principal ley económica de todo Gobierno sería ahora una clara ficción, pero tal acercamiento, finalmente fallido, le permitió entonces rebajar las expectativas de ERC. Pedro Sánchez ha vuelto a elegir a sus socios de investidura y, sin los naranjas en ninguna ecuación, los de Oriol Junqueras han creído ver campo libre para hacer de la amenaza su estrategia de negociación.

En La Moncloa admiten dejar a Pere Aragonés adaptarse a la coyuntura después del episodio de la detención de Carles Puigdemont en la isla de Cerdeña, pero limitan las contrapartidas al cumplimiento de las inversiones previstas en el Estatut y, ante todo, dejar en sus manos la bandera social, para permitir a los republicanos apuntalarse en Cataluña. “No os podéis permitir no apoyar los Presupuestos”, según ha trasladado ya La Moncloa a Gabriel Rufián. Un aviso a navegantes que, según sostiene ERC, ha enfriado, momentáneamente, las relaciones.

El detalle de numerosas partidas deberá ser negociado con la mayoría Frankenstein, en especial con ERC, PNV y Bildu,una vez inicie su tramitación en el Congreso de los Diputados el proyecto, tras recibir el visto bueno en Consejo de Ministros, probablemente en la segunda semana de octubre. Pedro Sánchez podrá sacar pecho en el 40º Congreso Federal del PSOE de los días 15, 16 y 17 en Valencia. A partir de ahí, las cuentas incorporan siempre medidas prescindibles y margen para sumar otras sin que ello suponga un quebradero de cabeza para el Gobierno de turno. En ese contexto, los nacionalistas vascos dejan para el final la confirmación de su respaldo. Es un modus operandi que les convierte en los ganadores de la partida.