El mes de diciembre comenzó con con una reducción de la incidencia acumulada que, para muchos, fue un momento para tomar aire mientras nos preparábamos para las Navidades. Entre críticas por permitir que las familias pudieran juntarse, lo cual podría favorecer a una rápida expansión del virus, y la alegría de otros por poder celebrar estas fechas con sus seres queridos, la incidencia no dejaba de descender progresivamente con la esperanza de la llegada de la vacuna, que por aquel entonces todavía era un sueño para muchos.

El día 1 de diciembre la incidencia acumulada en los últimos 14 días se situaba en los 265 casos por cada 1000.000 habitantes. Un número que comenzó a reducirse hasta el día 10 de diciembre que alcanzó su mínimo en esta tercera ola (188 casos). Sin embargo el punto de no retorno estaba ahí y desde aquel momento, las cifras no hicieron más que crecer.

El Puente de la Constitución, el primer escalón de la curva

La festividad del día de la Constitución tuvo lugar, este año, el domingo 6 de diciembre, por lo que su festividad se trasladó al lunes 7 de diciembre, que además se juntó con el Día de la Inmaculada Concepción. El último puente del año que amenazaba con disparar la incidencia ante la relajación de las medidas restrictivas.

El día 11 de diciembre, la incidencia acumulada ascendió hasta los 189 casos por cada 100.000 habitantes. En este punto ya comenzó a notarse el duro golpe que había supuesto el Puente de la Constitución, no solo en las comunidades autónomas sino también en la incidencia nacional. Desde ese día, el número de casos no dejó de aumentar de forma paulatina. En este punto, la curva de la incidencia asciende levemente durante todo el mes de diciembre.

El día 14 era de 193; el día 15 alcanzaba los 198 y no fue hasta el 16 de diciembre cuando se superaron los 200 casos de incidencia acumulada (201). Desde ese día hasta el último día del año, el día 31, la incidencia se disparó 78 puntos. Un crecimiento muy importante que se dividió entre un total de quince días, a pesar de que el día 28 de diciembre los ciudadanos vimos cómo se reducía hasta los 246 casos de forma muy puntual, ya que nunca dejó de crecer. En otras palabras, durante las últimas dos semanas del mes de diciembre España experimentó un aumento de la incidencia hasta los 279 casos por cada 100.000 habitantes. Un incremento de 91 casos durante el mes si utilizamos como punto de partida el día con menos incidencia de diciembre.

Las Navidades, el foco de contagio

Como ya hemos dicho, durante el mes de diciembre España experimentó un crecimiento paulatino de la incidencia acumulada pero la curva de la tercera ola no solo no deja de crecer, sino que además lo hace de forma exponencial y ni tan siquiera los expertos son capaces de vaticinar cuál será el pico de la misma.

Si bien en diciembre la incidencia creció 91 puntos, en estas dos primeras semanas del mes de enero ha crecido 220. El día 4 de enero era de 272; el día 5 fue de 296 y el 7 de enero superó los 300 casos hasta situarse en los 321.

De hecho, no fue hasta el pasado 11 de enero cuando vimos una crecida sin precedentes: de 350 casos ascendió hasta los 435. Es decir, se disparó 85 puntos en dos días. Hoy estamos hablando de unas cifras que rozan los 500 y que colocan a España ya, prácticamente, en una situación de riesgo extremo. De hecho hoy el Ministerio de Sanidad ha notificado 38.869 nuevos positivos (la cifra de contagios más alta desde que comenzó la pandemia) y 195 fallecidos, con la incidencia acumulada situada en los 492 casos por cada 100.000 habitantes. Es más, ya son nueve comunidades autónomas las que están por encima de los 500, de las que una de ellas (Extremadura), supera la barrera de los 1.000.

¿Imprevisión por parte de Gobierno y comunidades?

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Desde el pasado 26 de octubre, España se encuentra bajo un nuevo estado de alarma que se alargará hasta el próximo mes de mayo. Estar bajo el estado de emergencia permite al Gobierno, por lo tanto, decretar las medidas oportunas y convenientes en cualquier momento de la pandemia. Sin embargo, el Ejecutivo de Pedro Sánchez relegó esta responsabilidad a las comunidades autónomas, que desde ese momento se han visto obligadas a tomar, por sí mismas y en función de la situación epidemiológica de sus regiones, las medias restrictivas necesarias para detener la curva de contagios.

Visto lo visto, y viendo cómo la curva de contagios y de incidencia acumulada ha venido creciendo desde el pasado 11 de diciembre sin ningún tipo de control hasta hoy, podría decirse que ni las comunidades ni el Gobierno han tomado las medidas adecuadas para detener la pandemia. Ya desde mediados de diciembre se vaticinaba una tercera ola especialmente peligrosa que estaría marcada por las Navidades, en las que los ciudadanos podían juntarse con sus familiares y allegados. En ese punto, y con los datos sobre la mesa, ni CC.AA ni Gobierno quisieron tomar las decisiones adecuadas, ni tampoco endurecer las medidas que ya había decretadas.

¿El resultado? Una curva de contagios que asciende sin control y una incidencia altísima que amenaza con poner en peligro una vez más a nuestro país.