Pedro Sánchez adelanta las elecciones generales al 23 de julio y sumerge al país de nuevo en campaña. El giro de guion del presidente contiene el debate en el seno del PSOE. En La Moncloa confían en espolear el voto de izquierdas. Los territorios admiten sus dudas ante la operación. "O Gobierno, o nada", ha sido el dilema de Pedro Sánchez para jugar la carta electoral. Esa última bala en sus manos aspira a taponar la contestación de las deprimidas filas socialistas, además de despejar cualquier intención del líder de echarse a un lado ante la barrida.

"Aguantar hasta diciembre hubiera sido un calvario", justifica a COPE el entorno presidencial, volcado desde ahora en proyectar confianza al partido. El adelanto permite que los compases de la campaña transcurran en paralelo a los pactos municipales y autonómicos de PP y Vox. La idea es conseguir un impulso con la aspiración de espolear el voto de izquierdas y aglutinarlo en el PSOE ante el gripaje de Podemos. Sánchez ambiciona una remontada, a pesar del lastre de mapas teñidos de azul como el de Andalucía. Distintas federaciones dudan de que logre sus propósitos.