"A mí, personalmente, el haber salvado la vida a 630 personas hace que piense que vale la pena dedicarse a la política". Con estas palabras habla el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su libro Manual de resistencia, de la primera decisión política que tomó su ejecutivo: el traer a Valencia a los inmigrantes rescatados por el barco Aquarius.

Sánchez explica que se trataba de una "cuestión humanitaria" a la que había que responder con una "solidaridad real". Además, advierte de la necesidad de ser "muy rigurosos" en materia de inmigración en la Unión Europea ante el auge de los nacionalismos en sus países miembro.

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Sin embargo, el presidente parece haber abandonado esa "solidaridad real". Desde el mes de enero el buque Open Arms de la ONG Proactiva está amarrado en el puerto de Barcelona. Su director, Óscar Camps, se ha quejado en 'La Tarde' de que el motivo por el que les paralizan la salida al mar para seguir rescatando personas "no es creíble".

Por otro lado, en los muelles de Bilbao está un atunero reconvertido en barco de salvamento. Se llama Aita Mari y desde el 22 de agosto están esperando echarse a la mar para el rescate de inmigrantes y refugiados. De hecho, tienen una recogida de firmas en la página web change.org pidiendo zarpar que ya ha conseguido el respaldo de más de 165.000 personas.

Desde ese día, este barco, tras el cual se encuentra la asociación Salvamento Marítimo Humanitario, está a la espera: "Recibieron nuestra solicitud, pero por más que les insistimos, su respuesta nunca llega. Cada día que pasa sin la firma del Gobierno es un día más de personas que estamos dejando ahogarse en el mar".