Ha sido el monotema en los pasillos y en el patio del Congreso de los Diputados, en cualquier corrillo al que uno se acercara. La guerra abierta, descarnada, entre Génova e Isabel Díaz Ayuso ha sembrado caos y confusión en el seno del Partido Popular y sacudido el panorama político, también de la opinión pública. Una contienda de acusaciones e informaciones graves de corrupción que parece no tener solución entre los bloques de poder del PP.

La guerra va más allá de la discrepancia orgánica, de la mera intención de querer adelantar el congreso de los populares en Madrid, de ver quién sustenta más poder o aguanta el pulso a la dirección nacional y viceversa. Génova ha reconocido haber investigado las circunstancias que rodearon la adjudicación del hermano de la presidenta madrileña, pero desmiente cualquier contratación de detectives. Asegura que tomará “las medidas judiciales oportunas ante estas falsedades”.

Los procuradores de este partido, salpicados irremediablemente por esta grave polémica, están en medio de la contienda, sin saber muy bien qué hacer. Las filtraciones interesadas fluyen a un lado y a otro de los bandos implicados. Bastaba con echar un vistazo a los rostros serios en el patio del Congreso de los Diputados. Caras largas que no presagiaban nada bueno. En las filas populares, ganas de marcharse pronto, y el frío no acompañaba a que uno se quedara a charlar. Menos aún si el tema es harto delicado.

Y ganas de hablar, de hecho, ninguna. “Esto está siendo una locura”, aseguraba a la Cadena Cope un diputado del PP. “No es el día más adecuado para hablar”, señalaba otro, que deslizaba de forma velada

que la situación debería esclarecerse. Hay cierto estupor y desconcierto entre sus señorías del PP por toda la información que está trascendiendo sobre su propio partido entre las altas esferas que pivotan entre Génova y Sol. Incluso algunos admiten no tener ni idea de saber con exactitud qué es lo que está pasando. Razón de más para no querer abrir la boca.

Durante el Pleno del Congreso de este jueves, quienes han brillado más que nunca por su ausencia han sido Pablo Casado y Teodoro García Egea. Ni rastro del presidente del PP, ni de su secretario general, que no han acudido a votar a la Cámara Baja. Ayer mismo por la tarde ya fue cancelado un acto de García Egea por toda la información que, al poco tiempo, iban a publicar en exclusiva 'El Confidencial' y 'El Mundo'.

El resto de partidos, oliendo la sangre en medio de la batalla interna de una formación rival fuerte, ha salido en masa para valorar la situación, sobre todo las formaciones de izquierda.

El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, ha lamentado que el PP de Pablo Casado no se haya, señala, regenerado: “Me produce mucha tristeza porque al PP en la oposición le tendría que haber servido para regenerarse, pero siguen con las mismas practicas de siempre, de espionaje, comisiones ilegales y de tapar la corrupción, porque si esta corrupción era sabida por Génova, el señor Casado ¿Por qué no la denunció?”, ha dicho.

Tampoco se han visto sorprendidos dirigentes de la izquierda como el portavoz de Esquerra en el Congreso, Gabriel Rufián, que cree que Casado “sale tocado”; Más País lamenta el uso de dinero público “para las guerras internas del PP” y desde Vox se añade que “es deleznable” y que se debe investigar "hasta el final”.

Del PP sí que ha hablado la diputada y exportavoz parlamentaria Cayetana Álvarez de Toledo. Cree que la dirección nacional de su partido tendría que haber acudido a la Justicia sus indicios sobre irregularidades en un contrato de la Comunidad de Madrid, en vez de “utilizar métodos verdaderamente sucios, propios de un vertedero”.