A veces perdiendo se gana. Es el diagnóstico que hacía esta mañana un dirigente del PP. Los populares han hecho de la necesidad virtud. Han bajado siete escaños, pero el verdadero descalabro ha sido el del Partido Socialista, y a eso se aferran para extender el fracaso de Susana Díaz al de Pedro Sánchez.

Es más, Pablo Casado considera que el electorado ha ratificado su proyecto político, y exige elecciones al presidente del Gobierno aún a sabiendas de que su petición va a caer en saco roto, y que en lo último que piensa el jefe del Ejecutivo es en convocar a los españoles a las urnas en un momento tan delicado para sus intereses como el actual. Pero el líder popular ya ha apuntado, que, a partir de ahora, con los socialistas no hay nada que hablar, porque no son de fiar.

Hoy Casado reunía a sus barones para unificar mensajes y perfilar la estrategia de cara a los próximos meses. De entrada ya ha dejado claro que, con convocatoria de generales o no, no va a parar. Este mismo viernes y el sábado, comenzará a dar a conocer los nombres de algunos de los candidatos a las municipales y autonómicas. Es probable que se designen, por ejemplo, los cabezas de lista de la Comunidad Valenciana, aunque en Madrid, apuntan, tendrán que esperar.

Casado ya ha advertido que en Navidad no va a tener vacaciones, que tiene previsto seguir visitando todas las Comunidades Autónomas, y que no piensa bajar el trepidante ritmo que ha imprimido a la campaña andaluza. Para muestra un botón: en doce días ha hecho 60 actos y ha recorrido nueve mil kilómetros.

El líder del PP considera que, a partir de ahora su partido va a recuperar terreno, y los socialistas lo van a perder. Y no aspira ya a liderar el centro derecha, sino a ser la fuerza hegemónica de ese espectro político. Y es que, apuntan desde el partido, las elecciones andaluzas han demostrado también que el PP ha resistido bien, y que, al igual que en toda Europa, va a ser la socialdemocracia la que más se resienta de la irrupción de nuevos partidos.