Blanca Valdés Mañas.

La prisión de Valdemoro (Madrid III) se ha convertido en una casa de acogida para Afrodita, una galga que fue abandonada a su suerte como miles de perros en España. Desde agosto es la "niña bonita" de internos con largas trayectorias de cárcel y que cuidarán de ella hasta que encuentre una familia que le adopte.

Este proyecto de ayuda bidireccional que viene de la mano de Souling, una entidad que realiza terapias asistidas con animales, y de Hoope, la protectora que recogió de las calles a Afrodita, tiene como objetivo principal tanto la rehabilitación del animal como la de los internos, "ambos sincronizados por haber vivido situaciones bastante semejantes", según han relatado fuentes penitenciarias.

Los internos que cuidan a la galga se levantan cada mañana animados y con ganas de afrontar el día gracias a que saben que en el patio alguien está esperando amor, cariño y cuidados, dicen a Efe los promotores.

Son personas que están en un grupo de educación emocional dentro de la prisión y que se han inscrito de forma voluntaria al proyecto porque tienen una conexión con los animales. "Se amontonan por estar con ella", como demuestra las muchas solicitudes que se han recibido, añaden.

Donde menos tiempo pasa Afrodita es en el "chenil" (perrera), ya que está todo el día corriendo en el gran patio que los internos le han prepararon, lo que resulta muy beneficioso para ella porque tiene problemas emocionales vinculados con la separación.

Pasea también por el río los miércoles con los reclusos que cuentan con un permiso para salir de prisión, que acuden a la protectora para ayudar a mejorar la calidad de vida del resto de los animales, explica a Efe la presidenta de Souling, Celia Parra.

LOS PRESOS, PARTÍCIPES DEL PROCESO DE ADOPCIÓN

Una vez rehabilitada la perra, llega la hora de encontrar una familia definitiva que la adopte. Para que los internos no sufran, trabajan con anterioridad esta separación durante las terapias, donde les explican que "lo que el animal se lleva, no lo tenía cuando vino", según cuentan desde el centro penitenciario.

Los reclusos participan en todo el proceso de adopción: Hoope selecciona una familia con los requisitos necesarios para satisfacer las necesidades de la perra entre las que han solicitado adoptarla, pero serán los presos los que tengan la última palabra.

Para ello, se entrevistarán con la familia y verán si es la adecuada. En caso de serlo, serán ellos mismos los que se la entreguen. Con esto se cumple uno de los objetivos fundamentales del proyecto: tener una conexión con la sociedad, subraya Parra.

Con Afrodita ya en una familia de adopción, otros dos perros tendrán la oportunidad de pasar por el mismo proceso y llegar a la cárcel para recuperarse.

• Left6:No existe configuración de publicidad para el slot solicitado

Además del proyecto bidireccional de Souling y Hoope, hace 11 años en la cárcel de Topas (Salamanca) se llevaron a cabo tratamientos entre caballos y niños con parálisis cerebral. Se formó a los internos como terapeutas de los animales y fue todo un éxito, según fuentes penitenciarias. EFE

bvm/rbf