La Seguridad Social endurece el acceso a la jubilación este 2025: el detalle que puede impedir que te jubiles a los 65 años
El calendario de la reforma continúa hasta 2027, pero sus efectos ya se sienten. No todos los trabajadores podrán jubilarse a los 65 años, aunque lo deseen

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En un contexto marcado por el envejecimiento poblacional y los ajustes del sistema público de pensiones, miles de trabajadores se enfrentan a nuevas reglas que condicionarán el momento en que podrán retirarse. Lo que antes parecía una etapa previsible del ciclo laboral, ahora exige una planificación mucho más precisa y que afecta a las nuevas generaciones.
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A partir de 2025, no todos los trabajadores podrán jubilarse a los 65 años, aunque lo deseen. La Seguridad Social solo permitirá retirarse a esa edad a quienes tengan al menos 38 años y 3 meses de cotización.
Los que no lo cumplan deberán seguir activos hasta los 66 años y 8 meses, de acuerdo con la Ley 27/2011. Una reforma que ha ido elevando la edad de jubilación desde 2013.
¿Qué cambia en 2025?
La jubilación a los 65 años es solo disponible cuando se han cotizado 38 años y 3 meses. La jubilación a los 66 años y 8 meses es obligatoria si no se llega a ese mínimo de cotización. Esto representa dos meses más que en 2024 para los que no cumplan el requisito de cotización.
Además, para cobrar el 100% de la base reguladora, en 2025 y 2026 será necesario haber cotizado al menos 36 años y 6 meses, una cifra que subirá en 2027 hasta los 37 años.
Por lo tanto, en 2027 la edad de jubilación será de 67 años. Y podrán jubilarse a los 65 solo los que tengan 38 años y 6 mese cotizados (3 meses más que en 2025)

Esto no significa que todos los jubilados cobrarán la pensión completa. Para alcanzar el 100% de la base reguladora también deberán cumplir con los años de cotización correspondientes y con los requisitos de edad ordinaria.
¿Cuánto se cobrará si no se llega al 100%?
La cuantía de la pensión depende de la base reguladora, que se calcula dividiendo entre 350 las 300 últimas bases de cotización (equivalente a 25 años). A partir de ahí, se aplica un porcentaje en función de los años cotizados:
- Con 15 años cotizados (el mínimo legal para acceder a una pensión), se percibe solo el 50% de la base reguladora.
- Entre 1 mes y 49 meses adicionales, se suma un 0,21% por cada mes cotizado.
- Desde el mes 50 al 209, se añade un 0,19% por cada mes extra.
Un ejemplo, si eres trabajador y tienes una base de 1.500 euros y solo has cotizado 16 años, cobrarías el 52,52% de esa base. Es decir, 787,80 euros mensuales.
La diferecia entre Pensión Máxima y Pensión íntegra
La pensión máxima es el tope legal que se puede cobrar del sistema público, independientemente de lo que diga la base reguladora. En 2025 se ha fijado en 3.267,70 euros mensuales.
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El 100% de la pensión hace referencia a cobrar la totalidad de la base reguladora a la que se tenga derecho. Pero aunque se cumplan, si la base reguladora es baja, también lo será la pensión resultante.
Estas reglas buscan garantizar la sostenibilidad financiera del sistema de pensiones, en un país con una esperanza de vida creciente y una población cada vez más envejecida.
Pero también exigen a los trabajadores carreras laborales más largas y continuas, algo que puede suponer un reto, a quienes han sufrido periodos de desempleo, trabajos precarios o interrupciones en su cotización.
Las expectativas para la nueva generación
Estas reformas, aunque estén diseñadas para garantizar la sostenibilidad del sistema, también dejan un panorama inquietante entre los jóvenes. Se les presenta como la generación del futuro, pero no se les dice que se enfrentan a un mundo laboral precario, contratos temporales y sueldos muy bajos.

A diferencia de sus padres, que pudieron aspirar a un empleo estable y mayor independencia antes e incluso una jubilación más o menos predecible, muchos jóvenes de hoy no tienen claro si algún día podrán siquiera cotizar lo suficiente para vivir como con sus padres e incluso mejorarlo.
La comparación con sus abuelos, que partían de menos y lograron más, resalta aún más una sensación de estancamiento generacional, donde el esfuerzo ya no garantiza tener un empleo.
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A los jóvenes se les exige cotizar más años para acceder a una jubilación digna, pero rara vez se les ofrece una oportunidad o la estabilidad laboral para lograrlo.
A eso se le suman los sueldos bajos en un entorno que no favorece su independencia ni tener un proyecto de vida propio. El precio del alquiler disparado al igual que el coste de la vida en general.
Muchos jóvenes ya no sueñan con superar a sus padres, sino simplemente con alcanzar el mismo nivel de vida, algo que para muchos se percibe cada vez más inalcanzable.
En lugar de pensar en su jubilación, muchos jóvenes luchan por pagar una habitación o sobrevivir con salarios que no compensan el esfuerzo ni su formación. Las condiciones actuales no solo frenan sus aspiraciones personales, sino que también merman la confianza en el sistema.