ÁNGEL VIÑAS (Entrevista)
Viñas indaga en la muerte de Balmes en "El primer asesinato de Franco"
Fernando Prieto Arellano.,Madrid, 30 ene (EFE).- Durante 80 años, la muerte del comandante militar de Gran Canaria, el general Amado Balmes, se ha presentado como un "accidente" ocurrido cuando manipulaba una pistola. El historiador Ángel Viñas indaga en su último libro sobre su "oportuno" fallecimiento: "alguien tuvo que dispararle", asegura.,En "El primer asesinato de Franco. La muerte del general Balmes y el inicio de la sublevación" (Crítica), que acaba de salir a la luz, Viñas, junto con el
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Fernando Prieto Arellano.
Durante 80 años, la muerte del comandante militar de Gran Canaria, el general Amado Balmes, se ha presentado como un "accidente" ocurrido cuando manipulaba una pistola. El historiador Ángel Viñas indaga en su último libro sobre su "oportuno" fallecimiento: "alguien tuvo que dispararle", asegura.
En "El primer asesinato de Franco. La muerte del general Balmes y el inicio de la sublevación" (Crítica), que acaba de salir a la luz, Viñas, junto con el patólogo Miguel Ull Laita y el aviador retirado Cecilio Yusta Viñas, sostiene que no hubo tal accidente sino que la muerte del militar fue "un asesinato", al que el futuro "generalísimo" no era en absoluto ajeno.
En entrevista de los autores con Efe, Viñas afirma -y para ello emplea un término coloquial que encaja perfectamente con el aire negro de esta historia- que "Balmes estaba 'mosca' con lo que se estaba cocinando" en las guarniciones militares y en los sectores más conservadores de España tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936.
Sostiene que Balmes era un militar "profesional", con una brillante hoja de servicios labrada en unidades de élite como Regulares y la Legión, pero no era un conspirador y recalca que probablemente se habría opuesto a cualquier tentativa en tal sentido.
Conocida la muerte de Balmes, el 16 de julio de 1936 al intentar desencasquillar su pistola mientras hacía prácticas de tiro en el campo de La Isleta, Franco, en su condición de comandante militar de Canarias, viaja al día siguiente a Las Palmas, donde asiste a las exequias de quien era su subordinado de mayor graduación.
Allí, y no por casualidad, le está esperando el célebre avión De Havilland "Dragon Rapide", en el que justo después del entierro de Balmes viajó a Marruecos para ponerse al frente de la rebelión militar en el Protectorado.
A juicio de los autores, la muerte de Balmes "resultó providencial porque permitió que Franco pudiera tomar" el "Dragon Rapide", que había llegado a Las Palmas "días antes" y viajar a Marruecos para ponerse al frente de la rebelión militar en el Protectorado.
El otro elemento clave de esta trama es el informe de la autopsia del general Balmes, que, a juicio de los autores, "en cuanto se lo mira de cerca, con ojos de patólogos o forenses expertos, se observa con facilidad que no fue otra cosa que un papelín sumamente artero."
Sistemáticamente, se ha sostenido que el proyectil que mató a Balmes entró por la zona umbilical o como se indica en el libro, donde se cita la noticia dada por ABC el 18 de julio de 1936, "(...) por la región epigástrica derecha con salida por la región sacroiliaca izquierda con intensa hemorragia y destrozos".
Sin embargo, el mismo día de los hechos, el 16 de julio, el vespertino "Diario de Las Palmas" informó de que Balmes fue trasladado "a la casa de Socorro (...), donde fue atendido (...) de una herida por arma de fuego con orificio de entrada por el hipocondrio izquierdo, con salida a la altura de la región lumbar."
A la luz de esos datos, es imposible, sostienen los autores, que alguien que intenta desencasquillar un arma, lo haga colocando el cañón en la región hipocondrial izquierda, es decir, prácticamente debajo de la axila y en la zona del corazón: primero, porque no hay movilidad alguna para manejarla; segundo, por la evidente peligrosidad de ese área.
Alguien tuvo que disparar a Balmes, sostienen los autores, que, sin embargo, no aventuran un nombre en concreto al que imputar la autoría material del supuesto asesinato.
No obstante, señalan que "en cualquier caso el nombre no es lo más importante, en comparación con la comprobación 'estrictamente anatómica' de que Balmes no murió en un desgraciado accidente."
Para Viñas no hay duda en un aspecto: el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 no fue la resultante espontánea de la reacción del Ejército tras el asesinato del líder derechista José Calvo Sotelo.
Todo ello "fue una conspiración mafiosa" de larga data, en la que Franco "era el más peligroso de todos los implicados" porque "era muy astuto, muy frío, no tenía el menor sentido ético o moral", afirma Viñas.