Más de mil personas han participado en el proceso creativo de "La gata perduda", una ópera construida de forma colectiva a lo largo de cuatro años de trabajo en la que se han implicado vecinos y asociaciones del Raval, el barrio barcelonés en el que se ubica el Gran Teatre del Liceu, que estrenará el montaje el 5 de octubre.

Arnau Tordera I (líder del grupo catalán Obeses) ha sido el encargado de componer la música, a partir del libreto que la dramaturga Victoria Szpunberg ha escrito tras una amplia investigación bibliográfica y una veintena de entrevistas entre los vecinos del Raval.

Un total de 350 personas conforman el gran coro que subirá al escenario del Liceu los días 5 y 7 de octubre, en las dos únicas funciones en las que podrá ver en directo este proyecto que Arnau Tordera I ha calificado este viernes de "titánico".

"Es cierto que la relación del Gran Teatro del Liceu con el Raval no siempre ha sido la más fluida -ha reconocido en rueda de prensa el director general del Liceu, Valentí Oviedo-, pero con esta ópera iniciamos una nueva etapa, que tiene voluntad transformadora y es fruto de una profunda reflexión sobre cuál es el papel de la ópera en el siglo XXI".

Un papel que pasa por "el compromiso social, sin abandonar el compromiso artístico y la excelencia que caracterizan las producciones del Liceu", ha añadido.

"La ópera puede ser un instrumento para entender la diversidad y para reparar grietas culturales y tecnológicas", porque "la ópera no cambia el mundo, pero puede cambiar a las personas que cambian el mundo", ha agregado el director artístico del Liceu, Víctor García de Gomar.

Setenta asociaciones e instituciones del Raval han participado en el proyecto, junto a los trabajadores del Liceu y otros profesionales de la ópera como los solistas Pau Armengol, Joan Sáez, Rocío Martínez, Marta Infante, Albert Casals, Óscar Peñarroya y Dianne Ico, el director de orquesta Alfons Reverté, los músicos del Conservatori Superior de Música del Liceu y el Taller de Músics, el director de escena Ricard Soler Mallol, el escenógrafo Adrià Pinar y la responsable de vestuario Montse Amenós, que ha encargado la confección a Dona Kolors y Top Manta, muy arraigados en el Raval.

Todos ellos han colaborado en la creación de una ópera que narra la historia de "un barrio que se resiste a ser domesticado y se enfrenta a unos poderes fácticos que intentan convertirlo en un museo global y en transformarlo urbanísticamente para, en definitiva, desurbanizarlo, es decir, desproveerlo de la vida urbana que allí radica", según ha explicado Victoria Szpunberg.

"Era importante no estigmatizar el barrio, pero tampoco blanquearlo, y todo ello sin caer en el paternalismo", ha aclarado la dramaturga.

A partir de este libreto, Arnau Tordera I ha creado una partitura que le ha llevado dos años de dedicación y en la que "el auténtico protagonista es el coro".

La obra "reivindica que el barrio es su gente -ha puntualizado el director escénico- y los vecinos han participado en todo el proceso, tanto sobre el escenario como detrás de él".

"El Liceu se ha abierto en canal y ha permitido que todos entraran hasta el último rincón, participando en un proceso que seguro que ha cambiado su manera de ver el teatro", ha afirmado el director de orquesta.

Este proyecto, que ha contado con la ayuda financiera de la Comisión Europea, es el primero de un nueva línea de creación del Liceu denominada Ópera Prima que pretende coproducir un ópera comunitaria cada tres años e integrarla en la programación.