BIOGRAFÍA ESPÍA

Una biografía rescata la vida de Karel Holemans, agente secreto, espía, pintor y templario

Jose Oliva

Agencia EFE

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Jose Oliva

Agente secreto, espía doble, pintor, nacionalista flamenco y Caballero Comendador de los templarios fueron desempeñados con naturalidad por Karel Holemans, que mantuvo el secreto para su familia y ahora, su hijo Carlos, redescubre su "vida de supervivencia" en una biografía.

"Siempre sospeché que mi padre ocultaba hechos dramáticos de su pasado, porque nunca hablaba de su vida anterior y mi madre decidió que era mejor no preguntar, para no despertar dolorosos recuerdos de traiciones, desengaños, sueños rotos y, en suma, agitar la melancolía del exiliado", ha explicado Carlos Holemans en una entrevista con EFE.

Carlos Holemans ha dedicado más de diez años a "husmear en los archivos familiares, y a rescatar papeles, fotografías, cartas y cualquier anotación escrita en cualquiera de los seis idiomas que hablaba, para recomponer su historia", recogida ahora en la biografía "Los espías no hablan" (Arpa).

El autor ha trabajado con historiadores, periodistas, parientes lejanos, amigos, conocidos y desconocidos cuyos nombres aparecían en cartas olvidadas, y visitado archivos en Bélgica, Reino Unido, Alemania, Rusia, España y Portugal, así como los lugares en los que sabe que vivió, incluidos los hoteles en los que se alojó.

Para Carlos Holemans escribir el libro ha sido un alivio porque "de no haberla escrito, la historia familiar habría desaparecido para siempre", y ha sido agradable descubrir que, "pese a los innumerables hechos que mantuvo ocultos, nunca me mintió".

Karel Holemans fue espía durante la Guerra Civil española en el lado republicano, trabajó como espía doble en la invasión nazi de Bélgica, fue agente de la inteligencia alemana, y en secreto, era Caballero Comendador de los templarios. Fue condenado a muerte en Bélgica y se exilió en España, y en 1974 asistió como traductor a Heinz Chez, condenado y ejecutado por el régimen de Franco.

El autor tiene en mente para más adelante el proyecto de convertir la vida de su padre en una serie televisiva: "La historia seguramente podría funcionar mejor fuera de España, pues la colaboración entre nacionalistas e invasores nazis es un tema caliente que aún hoy produce insomnio en Flandes y otros países ocupados durante la Guerra Mundial".

Advierte que "pocos son conscientes de que eso ocurrió también en España con los nacionalistas vascos y catalanes, que mantuvieron contactos con los nazis y les ofrecieron su colaboración, previendo una eventual invasión de España por los alemanes".

Karel Holemans, como los demás varones de la familia, con su padre Clement al frente, fueron militantes del partido VNV (Vlaamsch Nationaal Verbond: Unión Nacional Flamenca), un partido nacionalista flamenco que abogaba por la independencia de Flandes y la fractura de Bélgica.

"Su utopía era un estado de lengua neerlandesa, el Dietsland, que agrupara Flandes y Holanda; y los nazis financiaron a este partido desde mucho antes de la invasión; y la práctica de esta flamenpolitik, que consideraba a los flamencos hijos descarriados de la Gran Alemania, les hizo creer que podrían independizarse con ayuda de los alemanes, a los que veían más como aliados que como invasores", señala Holemans.

Además del factor político y nacionalista, apunta Holemans, la biografía contiene elementos dramáticos idóneos para una serie: "traiciones, infidelidades, infanticidios, envenenamientos, juicios sumarísimos, condenas a muerte, fusilamientos, falsificadores de pasaportes, asesinatos, espionaje, nazis, templarios, guerra, combates, bombardeos, refugiados, fugitivos de todos los bandos, campos de concentración, la historia de Europa, en definitiva".

"Mi padre "presumía, vestía, se comportaba y vivía como un pintor, pero paradójicamente no le recuerdo pintando", señala Holemans, que lo atribuye a los problemas en la vista que tuvo justo después de nacer que no le permitían fijarse bien en los detalles, y que en los años 60 el arte abstracto relegó los paisajes clasicistas y simbólicos que Karel pintaba.

El libro reconstruye la historia de su primer matrimonio, con Rachel van der Elst: "Ambos fueron supervivientes, que jugaron a dos o tres bandas para mantenerse a flote durante la guerra; ella, militante del partido socialista belga, y mi padre, proalemán, mientras en la casa familiar se imprimía propaganda para la Resistencia y se ocultaban fugitivos de izquierda perseguidos por la Gestapo".

Los dos vivían "un juego muy peligroso" en el que trataban de vender información y estar a bien con ambos bandos para asegurarse de que, ganara quien ganara, siempre podrían estar en el lado de los vencedores; sin embargo, su relación fue muy tormentosa, plagada de infidelidades, de separaciones y de reconciliaciones.

En el momento en que su padre dejó Bélgica en 1943 para sacar los archivos del Temple hacia Portugal, Rachel se convirtió en amante del mismo jefe de la inteligencia alemana que le había asignado a Karel su misión en España, Louis Delgrange.

Según Carlos Holemans, "Delgrange era un traidor belga que trabajaba para los alemanes y que se había nacionalizado alemán y cuando la guerra terminó, temió ser extraditado a Alemania para ser juzgado por nazi, por lo que para evitarlo debía recuperar su nacionalidad belga original y eso pasaba por casarse con su amante Rachel".

Como Karel y Rachel seguían casados, el primero debía morir y para ello le acusaron, infundadamente, de varios crímenes, por los que fue condenado a muerte y declarado apátrida.

Rachel y Delgrange no llegaron a casarse después de que ella fuera declarada heroína de guerra por su papel en la Resistencia y él fuera considerado el mayor traidor de Bélgica de toda la guerra. EFE.

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