SIMON STEPHENS (Entrevista)

Simon Stephens: "He aprendido estructura dramática escuchando música"

Jessica Martín.

Agencia EFE

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Jessica Martín.

De joven no se interesó por el teatro y aprendió estructura dramática escuchando música, pero Simon Stephens es uno de los dramaturgos más premiados de los últimos años, responsable de la adaptación teatral de "El curioso incidente del perro a medianoche", que acaba de estrenarse en Madrid.

"La idea clave para comprender la adaptación de una obra es diferenciar el trabajo de un dramaturgo y el de un novelista. Ellos pueden detenerse en la observación y en la reflexión, pero yo me preocupo solo del comportamiento de los personajes", explica el británico (Manchester, 1971) en una entrevista con EFE.

Eso fue exactamente lo que hizo con el protagonista de "El curioso incidente del perro a medianoche", extraído del multipremiado "best seller" de Mark Haddon, que ahora se puede redescubrir en el madrileño Teatro Marquina a través de un montaje dirigido por José Luis Arellano.

Para llevar al teatro personajes literarios tan potentes y "extraordinarios", dice, "tienes que ignorar su voz y dejar el amor por ellos a un lado", una técnica que va seguida de la creación de una estructura dramática que, de forma genuina, en las obras de Stephens es muy musical.

"Hay dramaturgos que se inspiran en la televisión, el cine, la danza o la pintura, pero yo lo hago en la música porque es la expresión más importante para mí. He aprendido estructura dramática escuchando música", asegura el dramaturgo, que formó parte de un grupo de punk antes de dedicarse al teatro.

Ese amor por su actual profesión no llegó pronto, ya que -desvela- nunca se interesó por el teatro cuando era joven.

"Es horrible admitir esto, pero cuando iba a la universidad todas las chicas más atractivas querían ser actrices y, aunque es ridículo, yo iba ver obras estudiantiles únicamente para conocer a esas chicas", explica en tono divertido Stephens, que a partir de entonces empezó a enamorarse del teatro por ser "una forma de arte tan volátil como la música".

Lo que nunca esperó es que años después sería uno de los dramaturgos más premiados del momento. Tampoco que todos sus textos serían estrenados en los grandes teatros de Londres, como el Royal Court Theatre o el National Theatre, y que se representarían por Europa, Estados Unidos y Australia.

"Mentiría si dijera que el prestigio no ha beneficiado mi carrera, principalmente porque puedo mantener a mi familia sin haber tenido que escribir para televisión y que puedo seguir provocando a la gente con mis textos sin comprometerme", confiesa el dramaturgo, que actualmente es director artístico asociado en el Lyric Hammersmith de Londres.

De forma humilde explica que para él solo importa el trabajo, algo que siempre intenta transmitir a los dramaturgos emergentes.

"Trabajo muchísimo con ellos y siempre les digo que no se preocupen de la carrera, que la ignoren, y que se interesen solo del trabajo porque es lo único por lo que puedes asumir responsabilidades", explica el autor de piezas teatrales como "Bluebird" (1998), "One Minute" (2003), "Marine Parade" (2010) o "A Doll's House" (2012).

En sus reflexiones sobre el lugar que ocupa el teatro en la actualidad, el británico señala que le encanta saber que se ha convertido en algo "radical", parecido a un ritual: "es un espacio en el que la gente se sienta junto a extraños y vive una experiencia que sucede en la misma sala".

"Ahora que cada vez se pisan menos las iglesias", añade, "quizá el teatro rellena la necesidad de crear comunidad y creo que la gente joven a veces lo entiende así".

Como público, con lo que más disfruta Stephens es con los "desafíos" que le provoca el teatro: "Me encantar ir a la sala y salir con el corazón roto, que le peguen patadas a mi cerebro, que me vuele la cabeza. Creo que me hace ser un ser humano mejor", subraya.

Visto en ABC

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