HISTORIA RENACIMIENTO (Crónica)

Sevilla, la ciudad que armonizó el mito con la historia

La elección por parte del emperador Carlos V del lugar para su boda y las posteriores celebraciones en honor de Felipe II convirtieron Sevilla en el siglo XVI en una nueva Roma capaz de "armonizar" el mito y la historia, según establece la historiadora Dominique de Courcelles en su estudio "Habitar maravillosamente el mundo".,Hasta Miguel de Cervantes, al pasar por Sevilla en 1598 y admirar el túmulo que la ciudad erigió a la memoria de Felipe II, descr

Agencia EFE

Publicado el - Actualizado

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Alfredo Valenzuela

La elección por parte del emperador Carlos V del lugar para su boda y las posteriores celebraciones en honor de Felipe II convirtieron Sevilla en el siglo XVI en una nueva Roma capaz de "armonizar" el mito y la historia, según establece la historiadora Dominique de Courcelles en su estudio "Habitar maravillosamente el mundo".

Hasta Miguel de Cervantes, al pasar por Sevilla en 1598 y admirar el túmulo que la ciudad erigió a la memoria de Felipe II, describió en un soneto: "(...) ¡Oh, gran Sevilla!, / Roma triunfante en ánimo y nobleza", recuerda De Courcelles en estas páginas traducidas por Susana Prieto Mori para la editorial Siruela.

Catedrática directora de Investigación de la Escuela Normal Superior de París, Dominique de Courcelles ha centrado este estudio, como reza su subtítulo, "Jardines, palacios y moradas espirituales en la España de los siglos XV al XVII", en describir cómo el espíritu imperial de Roma fue trasladado a Sevilla en pleno Renacimiento y posteriormente, con la decadencia del barroco, a la ciudad de México.

De Courcelles argumenta su estudio con las colecciones artísticas de la familia Enríquez de Ribera, que encargó al taller genovés de los Gaggini, artesanos de la cartuja de Pavía, las tumbas para su panteón familiar de la Cartuja de las Cuevas, de modo que fue imitada por otros sevillanos como la marquesa de Ayamonte o Hernando Colón, hijo del descubridor de América.

También pone como ejemplo el palacio renacentista conocido como Casa de Pilatos con "la sucesión de bustos de emperadores romanos y otros personajes de la Antigüedad" y su fuente central de mármol de Carrara, y la galera real que Felipe II mandó construir en Sevilla para su hermanastro don Juan de Austria, capitán general de Mediterráneo y el Adriático, vencedor de Lepanto.

Si el casco se fabricó en Barcelona, la parte "espiritual" del navío se reservó a Sevilla y el humanista Juan de Mal Lara y otros "hombres sabios de la ciudad" elaboraron el gigantesco friso, mítico y poético, que a base de pinturas y esculturas reproducía historias, fábulas, figuras, jeroglíficos y sentencias de modo que "la misma galera sirva de libro".

En este contexto, y con el modelo de la familia Enríquez de Ribera, "Sevilla se afirma como una ciudad de coleccionistas y de célebres y refinadas colecciones", según De Courcelles, quien recuerda que al mismo tiempo "los humanistas sevillanos compran en Italia cuadros y esculturas, libros y manuscritos e impresos, copias, dibujos o grabados de las obras más célebres, ya sean de la Antigüedad clásica o del Renacimiento italiano".

Sevilla se convierte en una "Roma renovada y puerta del Nuevo Mundo" a la que se suman "los objetos más inusuales y curiosos procedentes de Oriente y el Nuevo Mundo", por ser la ciudad punto de partida y llegada de las comunicaciones con América.

De Courcelles señala que la ciudad adoptó como divisa del municipio "SPQH, Senatus Populusque Hispalensis" y que, en época de Felipe II, "Sevilla bien parece transformada en una nueva Roma. A cada institución, a cada lugar de Sevilla conviene atribuir un precedente romano o una referencia a los fundadores míticos, Hércules y Julio César".

Ya en 1526, recuerda De Courcelles, cuando el humanista y embajador veneciano Andrea Navagero llega a Sevilla escribe en su diario de viaje que "Sevilla se parece más que ninguna ciudad de España a las ciudades de Italia".

No obstante, será a finales del XVI, en coincidencia con los versos de Cervantes que cantaban a la ciudad como "Roma triunfante" cuando, paradójicamente, "la nueva Roma soñada por humanistas y políticos comienza a precipitarse hacia su realidad de Babilonia caótica del Barroco, reprobada por los moralistas, el reino del pícaro y del hidalgo arruinado".

Visto en ABC

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