Silvia García Herráez

El cine se ha encargado muchas veces de mostrarnos una cara de la maternidad edulcorada, pero "Cinco lobitos", de Alauda Ruiz de Azúa, desmitifica esta idealización, sobre todo para las primerizas: "La maternidad es una experiencia compleja", afirma a EFE la directora.

"La maternidad y la paternidad son una experiencia con muchas capas y eso, automáticamente, me llevó a explorar las relaciones familiares, los cambios de ciclo y roles en la familia. Desde el primer momento quise hacer un relato fiel y honesto con la realidad de muchas mujeres", explica.

En este sentido, Laia Costa, protagonista de la cinta que llega este viernes a las salas tras haber pasado por el Festival de Berlín y haber triunfado en el Festival de Málaga, apunta que "hay tantas maternidades como madres y cada una lo experimenta de una manera diferente a la otra".

"Cinco lobitos" se gesta en la cabeza de Ruiz de Azúa hace seis años, cuando tuvo su primer bebé: "No es autobiográfica, pero siempre meto algo de mi experiencia personal en los proyectos. Me di cuenta de que, en ciertos aspectos de la maternidad, había falta de relato. Y de ahí a reflexionar sobre la familia y la relación con mis padres solo había un paso", incide.

Amaia (Costa) acaba de tener un hijo y prácticamente se ocupa sola de él mientras su pareja, Javi (Mikel Bustamante) trabaja. No tiene ayuda y se siente ahogada, así que decide trasladarse a la casa de sus padres en un pueblecito costero del País Vasco para escapar de ese círculo vicioso en el que se encuentra atrapada y compartir la responsabilidad de los cuidados.

"Son muchos jóvenes los que tienen que vivir esta realidad. La conciliación laboral y familiar, por desgracia no sucede en este país. Antes cabía la posibilidad de que el hombre trabajara y con ese dinero mantenía a la familia. Ahora, como sucede en la cinta, es inviable sostener a una familia con una sola persona trabajando", incide la actriz.

La intérprete, que se dio a conocer internacionalmente con la película "Victoria" (2015), cuenta que cuando la directora contactó con ella la primera vez estaba embarazada de tres meses, y una vez que comenzó el rodaje su bebé tenía ya un año. "Llegaba al set con ojeras, cansancio, sueño; y eso para este personaje era genial, porque reflejaba lo que yo estaba viviendo", confiesa.

El vínculo que tiene Amaia con su progenitora, Begoña (Susi Sánchez), es complejo, "existe una especie de barrera, de incomunicación". Durante los meses que pasa con ella, la redescubrirá de alguna manera, llegará a entender sus necesidades, su soledad y sus deseos frustrados.

"A pesar de esa barrera que se ponen, ambas se quieren y se demuestran su cariño de formas diferentes. Begoña manifiesta su amor a través de los cuidados: de la casa, la comida, de su nieta Justo lo que solían hacer las mujeres de antes. Estas mujeres están construidas desde un punto de vista mucho más realista, honesto, con imperfecciones a las que hemos aprendido a entender sin juzgar", detalla Sánchez.

Asimismo, de una manera sutil y con total naturalidad, la cinta retrata el momento en que dos generaciones de mujeres se cruzan, se cuidan y se entienden, hace un recorrido vital que va desde la creación a la muerte.

"La película muestra lo que es la vida en realidad. Te enseña, como si miráramos a través del ojo de una cerradura, cómo una hija pasa de ser cuidada por sus padres a cuidar ella de ellos a la par que de sus hijos. En esa fase, hay un traspaso de fuerza inmenso, y la vida es así", incide la veterana actriz.

Ramón Barea, en el papel de Koldo, padre de Amaia, completa el reparto en el que los personajes perfilados por la directora quedan "fuera de clichés" y se retratan como lo que son, seres muy humanos e imperfectos.