ALEJANDRO PALOMAS
Alejandro Palomas: "Bendito sea lo que me ha pasado si esto ayuda a ayudar"
Pilar Martín.
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Pilar Martín.
Durante los cuatro meses que Alejandro Palomas ha estado escribiendo "Esto no se dice", ha sufrido físicamente, pero volver a caminar por su yo de los 8 años, cuando fue violado por un sacerdote de su colegio, y recorrer toda su vida posterior, ahora le hace afirmar, "a toro pasado", que "bendito sea, si esto ayuda a ayudar".
Cuando se habla con una víctima de violación infantil, Palomas (Barcelona, 1967) nos enseña en las primera páginas de su libro (Destino) que hay que cambiar los "por qué" por los "para qué", ya que cuando una víctima decide hablar lo hace con algún motivo, como así lo ha hecho él ahora, un año después de que en una entrevista radiofónica lo contara por primera vez.
"Este libro es un para qué, lo he escrito para que se cambie la manera de preguntarnos, para la gente que acompaña a las víctimas, para sus familias (...) Con este libro he tenido que parar muchas veces porque iba recuperando recuerdos, aún no he hecho la digestión del libro y aún hay respuestas que no tengo", ha contado a Efe el escritor.
Un hombre que "vive" y "sobrevive" y que en esta obra propone un "documento" que tiene esa utilidad que desgraciadamente aún necesitarán las futuras víctimas de violación infantil, "porque las seguirá habiendo", afirma.
"No hay voluntad política realmente para tratar este tema, es un gran iceberg que si se quiere tratar a fondo hay que hacer una inversión de tiempo, dinero, recursos, es algo a largo plazo. Lo que existe es una especie de voluntad maquillada para que estemos tranquilos", ha lamentado sobre cómo se está abordando políticamente los casos de violación infantil destapados y denunciados en los últimos años.
Sin evitar pasajes dolorosos, y llamando las cosas por su nombre, porque no habla de "abusos" sino de "violación", Palomas ha reconocido que se alegra de "estar vivo", incluso se siente un "privilegiado" porque a pesar de su "mala suerte", la vida lo ha convertido en una "persona muy empática y consciente de lo que es vivir".
"Bendito sea todo, a toro pasado, claro; si esto me ayuda a ayudar. Ahora he empezado mi segunda vida, a los 55 años, he empezado a vivir. No sé si me he acostumbrado a sobrevivir, porque me he acostumbrado a luchar y eso me da la vida", unas palabras que explican también el hecho de que nunca haya tirado la toalla.
Habla de los dos pilares de su vida, su familia, sobre todo su madre, y su perro, y subraya que también tiene "muy buen diálogo" con su yo interior, y eso también le ha "salvado", incluso en sus peores años.
"Desde pequeño me dividí en dos Alejandros, el niño que sufría y el que me cuidaba, y éste último se ha hecho mayor, y es el que escribe, el activista", ha afirmado.
Y también le ha ayudado el hombre que descubrió en la lectura y la escritura la forma de "cambiar el mundo" pese a que, según ha reconocido entre risas, al principio de su carrera lo tuvo "muy difícil" por no ser una mujer.
"Dos editores me propusieron ponerme un pseudónimo femenino. Yo he ido al revés toda mi vida", ha concluido este escritor que obtuvo el reconocimiento editorial con su libro "Una madre", un texto que recupera de alguna manera en "Esto no se dice" y que aporta las partes donde "Jandro" -como le llamaba su madre- se ríe y es capaz de hacer uso del sentido del humor.
Respecto al futuro, el autor se para a pensar, porque lo que tiene que decir puede sorprender, o no: "Lo que yo querría ser es una mezcla de José Luis San Pedro y Jane Goodall", ha concluido. EFE
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