• Sábado, 18 de mayo 2024
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Cristina López Schlichting: "¿Pero quién señor, es este Don Urtasun?"

La comunicadora repasa en su editorial de este sábado la decisión del Ministro de Cultura de suprimir el Premio Nacional de Tauromaquia, y recuerda a la difunta Victoria Prego

Cristina López Schlichting

Cristina López Schlichting

'Fin de Semana' COPE

Tiempo de lectura: 5'Actualizado 10:41

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¡¡¡Muy buenos días España!!! Es 4 de mayo y se nota, han subido las temperaturas y van a seguir subiendo a lo largo de la semana, de modo que el siguiente fin de semana va a ser veraniego. A las once preguntaremos a Olcina. Por nuestros pueblos y ciudades están cantando los mayos

Es la bellísima costumbre de saludar a la primavera y rondar a las mozas hermosas y a la Virgen. Personalmente, los he pasado, los mayos digo, en Uclés, Cuenca, donde he podido visitar el llamado escorial de la Mancha en el pueblo donde murió Jorge Manrique. Luego pasé por Belmonte, cuna del Infante Don Juan Manuel y de Fray Luis de León, con un castillo de cuento y una colegiata de caerte de espaldas. Y terminé en Segóbriga, una ciudad romana que, a una hora de Madrid, luce teatro, anfiteatro, foro, termas y circo. En apenas día y medio me he asombrado de nuevo del inmenso patrimonio cultural de este país nuestro, que conserva huellas celtibéricas, romanas, visigodas y árabes y es una joya con mil detalles.

Por ejemplo, la herencia de Creta y Micenas, donde los jóvenes celebraban su paso a la edad adulta saltando sobre toros bravos. La Taurocatapsia es el mural del palacio de Cnosos que recoge este ritual y tiene 3000 años de antigüedad. Y ahora va el ministro Ernest Urtasun y decide que los toros son irrelevantes. ¿Pero quién señor, es este Don Urtasun?

Me han dicho que este Urtasun es animalista, y me parece bien. Considera que los animales tienen idéntica dignidad que los humanos y se opone a los experimentos científicos con ellos y a su uso industrial o alimenticio. Divinamente. El problema no son las convicciones del señor ministro, ni que sean compartidas por una parte creciente de la sociedad. El problema es un concepto más profundo. Se llama pluralidad democrática. Hay cosas que no se deben decir a la ligera. En apoyo del ministro de Cultura ha salido el de transportes, Oscar Puente.

¿Cómo va ser irrelevante un espectáculo que vendió en la temporada pasada 2.600.000 entradas? Cuatro millones y medio si se incluyen plazas de todas las categorías. Eso, de plazas regladas. Porque no va en esta suma el impacto de los festejos taurinos en las calles, como los San Fermines o los Correbous. Son 4.500 millones de impacto económico y 200.000 empleos directos e indirectos. Son millones de turistas que vienen a España a tocar la herencia de Minos. Puente ha sido actor, y lo tiene a gala, no debiera ser tan ligero en los datos. España es más compleja y profunda, más rica que estos análisis de encuestas y modas.

Toda la Generación del 27, bien reciente, se coció al calor de los toros. Taurinos fueron Quevedo y Góngora y al color de los toros crecieron Velázquez y Goya y músicos como Falla o el Maestro Rodrigo. Hay que ser muy superficial para desbaratar esta herencia.

Cuando Federico García Lorca cantaba al torero Ignacio Sánchez Mejías, muerto en la plaza en Sevilla, ya estaba Miguel Hernández colaborando en el Cossío, el gran compendio español de la Tauromaquia. Merece la pena hoy, en homenaje a Lorca y a la Generación del 27 y a las del 36 y a todas las generaciones de pintores y poetas y músicos y escultores repasar los versos inmortales.

“La vaca del Viejo Mundo
Pasaba su triste lengua
Sobre un hocico de sangres
Derramadas en la arena,
Y los toros de Guisando,
Casi muerte y casi piedra,
Mugieron como dos siglos hartos de pisar la tierra”.

No me gustaría pasar a la Historia de España como el que quitó el Premio Nacional de Tauromaquia, como ha hecho el ministro Urtasun. Ni como el que quitó el Premio de Tauromaquia de Valladolid, como el ministro Puente. Hay que tener muy poca conciencia de la Historia. Muy poco temblor por los frescos de Cnosos, y las arenas romanas y el arte milenario de España para decirle a la gente lo que tiene que sentir.

Pero no es la primera vez que los dirigentes se arrogan el derecho de fijar lo que hay que pensar y crear. Cómo y qué pintar y escribir. El arte degenerado fue condenado en la Alemania Nacional Socialista e incluía todo el expresionismo, el cubismo, impresionismo o surrealismo. A Goebbels no le gustaba.

Lo mismo pasó en la Unión Soviética, donde escribir como Soltzenitsin o Vasili Grossman te llevaba a los Gulags de Siberia. Hoy mismo, en la Rusia de Putin, el cineasta ucraniano famoso por excelencia en aquel territorio permanece en una cárcel del Ártico ruso y el rapero Husky ha pasado por la prisión.

No nos conviene tomar la deriva de la prohibición y la censura. No suele ser camino fecundo ni recomendable.

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Ayer, Esquerra Republicana de Cataluña, siguiendo el aroma de las recientes cartas de Pedro Sánchez, en las que atacaba a los jueces y la prensa libre, tomó una iniciativa legislativa para la creación de una Consejo profesional de Buenas Prácticas que acredite a los medios responsables y evite las noticias falsas garantizando dice, “una información veraz”. Se me ponen los pelos de punta. Aconsejo a los de Esquerra y a Rufián que se cojan los manuales soviéticos. Fueron los más eficaces para lograr una prensa pura, al servicio de las ideas adecuadas.

Ayer Alfonso Guerra salió en el Times, el más prestigioso de los periódicos británicos, para decir entres otras cosas que Pedro Sánchez está en una deriva cada vez más autocrática y llevando a cabo acciones no compatibles con una democracia parlamentaria. Desvela Guerra los ataques contra los medios de comunicación y los jueces y precisa que “un gobierno que ataca a su propia prensa está cavando su propia tumba. La prensa es un elemento central de la democracia. Existe un código penal para abordar la difamación. No hay necesidad de más”.

Es de agradecer que el exvicepresidente de España, desde la edad y la experiencia, denuncie lo que está ocurriendo. Y no es bueno. Hemos tomado el camino de Maduro y de Trump, la denuncia de las libertades y la pluralidad. Si yo fuese Urtasun o Puente, no me gustaría estar en esas corrientes.

No son sólo españolas, por cierto. Unos relatores de la ONU, entre los que se halla el argentino Fabian Salvioli, acaban de denunciar las leyes de varias comunidades autónomas de todos los colores, desde Valencia a Aragón, en favor de las víctimas de ambos lados en la guerra civil. Considera este señor que las víctimas de Franco están por encima de las de la República. Así azuzan de paso el espectro de la Guerra Civil, que a los españoles nos divide y lacera, nos impide caminar juntos hacia adelante. Los dirigentes de estas comunidades han protestado con razón y dudo mucho que esto prospere, pero hay que ver qué cansinos son algunos. Qué ganas de dividir, poner etiquetas, señalar, perseguir, condenar.

Me gustaría, en esta mañana de sábado recordar a una persona que hizo todo lo contrario. He recibido con inmensa pena la noticia de la muerte Victoria Prego, que hace mucho que batallaba contra el cáncer. Éramos colegas de tertulia. Pocas personas tan sencillas y naturales, sin cursilerías. Le gustaba el té. Ha pasado a la historia como una de las mejores cronistas de este episodio en el que hemos sido ejemplo para el mundo.

“Lo que falta es disposición hacia el acuerdo”. Eso es lo que falta. Contra lo que lucha este juez argentino, los que señala de primitivos a los que siguen a los toros, los que quieren hacer leyes que controlen la prensa libre, los que quieren que los jueces se conviertan en servidores.

La verdad, Victoria, cuánta falta nos hace tu criterio. Ha hablado muchas veces de la prensa y de la libertad de prensa.

Hay que haber sido expulsada de medios de comunicación, haberse enfrentado a los jefes para saber de la importancia del oficio periodístico. Del extraño camino entre la lucha por las libertades y contra el poder omnímodo. Y Victoria hizo eso. Contar las cosas. Ser cronista de la realidad. Aportar al relato de la historia de España lo concreto del periodismo. Trabajo inmenso, aportación impagable. Has pasado a los anales, a los libros de texto. Has hecho historia. Cuídanos desde arriba.


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