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Kim Jong-un, de paria global a viajero infatigable

Gracias a su deshielo, en tres meses ha salido de Corea del Norte más que desde que tomó el poder en 2011 y ha sido recibido con todos los honores en Singapur y China

Kim Jong-un regresa a Pyongyang tras su cumbre con Trump

Kim Jong-un regresa a Pyongyang tras su cumbre con Trump (EFE)

@PabloDiez_ABC

Corresponsal en Asia

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 08:20

En solo tres meses, el dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un, ha hecho más viajes al extranjero que desde que tomó el poder tras la muerte de su padre, el “Querido Líder” Kim Jong-il, en diciembre de 2011. Gracias al deshielo del régimen comunista de Pyongyang, el joven tirano ha pasado de ser un paria global a viajero infatigable recibido con los más altos honores por varios Estados de Asia.

El primero fue Corea del Sur, con cuyo presidente, Moon Jae-in, celebró el pasado 27 de abril una histórica cumbre en Panmunjom, la frontera cerrada de ambos países en pleno Paralelo 38. Aunque era la tercera vez que se reunían mandatarios de las dos Coreas, tras los encuentros de 2000 y 2007, esta nueva cita ha sentado las bases de la actual distensión con PyongyangMoon Jae-in, auténtico muñidor de este acercamiento, estaba esperando a Kim Jong-un en la parte surcoreana de la frontera, marcada solo por un bordillo, para darle la bienvenida. Entre las famosas casetas azules de Panmunjom, donde ambas partes solían celebrar sus reuniones militares y muy cerca del lugar donde se firmó el armisticio de la Guerra de Corea, Kim y Moon se saludaron efusivamente y hasta cruzaron brevemente al Norte para hacerse una foto que resumió la química de su encuentro.

En febrero, el presidente surcoreano ya había agasajado a la hermana del dictador, Kim Yo-jong, cuando encabezó la delegación oficial que acudió a los Juegos Olímpicos de Invierno celebrados en el condado de PyeongChang. Tras varios años de tensión militar por las constantes pruebas nucleares y de misiles de Kim Jong-un, dichos Juegos marcaron el inicio del actual deshielo. Desde entonces, y como gestos de buena voluntad, el régimen de Pyongyang ha suspendido sus ensayos atómicos y balísticos, ha liberado a tres estadounidenses que tenía presos y ha destruido el silo donde había llevado a cabo sus seis pruebas nucleares desde 2006.

Gracias a este cambio, Kim Jong-un protagonizó el pasado día 12 otra cumbre histórica con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en Singapur. Junto a su numerosa comitiva, el dictador viajó en un “Jumbo” 747 prestado por China hasta esta pequeña y rica ciudad-Estado de Sudeste Asiático, que desplegó la alfombra roja para él y hasta cubrió sus gastos en el lujoso Hotel St. Regis. Además de ser recibido por el primer ministro singapurense, Lee Hsien Loong, Kim dio un paseo nocturno junto al titular de Exteriores, Vivian Balakrishnan, y subió hasta la terraza del hotel Marina Bay Sands. En el balcón de este majestuoso casino, propiedad del magnate estadounidense del juego Sheldon Adelson, pudo disfrutar de la espectacular vista de los rascacielos iluminados que se alzan en la bahía de Singapur. Una imagen muy distinta a la que proyecta su oscura Pyongyang y que hasta le llevó a hacerse un “selfie” con el ministro Balakrishnan.

En esta ciudad-Estado, donde las manifestaciones están prohibidas, la comitiva de Kim Jong-un fue recibida por miles de curiosos que se agolpaban en las calles para saludarle y hacerle fotos. Todo un éxito de imagen para el dictador, que se ha legitimado ante la comunidad internacional pese a dirigir uno de los regímenes más brutales del mundo. Convenientemente explotada por la propaganda oficial, su visita a Singapur ha sido recogida en un documental de 42 minutos emitido por la televisión norcoreana.

Pero, antes de reunirse con Trump en el Hotel Capella, Kim Jong-un había viajado a China en dos ocasiones, y ha vuelto a hacerlo esta semana tras regresar de Singapur. En su primer viaje oficial, se desplazó a Pekín a finales de marzo. En aquella ocasión, lo hizo por sorpresa y a bordo de un tren blindado que levantó todas las sospechas entre los medios de comunicación internacionales. Pero el régimen chino no confirmó su visita ni difundió imágenes de sus reuniones hasta que Kim regresó a Corea del Norte.

A principios de mayo, Kim Jong-un volvió a viajar hasta la ciudad china de Dalian para encontrarse con el presidente Xi Jinping, quien está siguiendo las conversaciones de Corea del Norte con la Casa BlancaPekín se ha mostrado decisivo en este proceso por presionar a Pyongyang aplicando las sanciones internacionales para reducir el comercio a través de su frontera, lo que parece haber dañado el sensible crecimiento que venía experimentando la economía norcoreana. Pero, protegiendo sus intereses, tampoco ha dejado caer al régimen de Kim Jong-un, multiplicando sus contactos con él durante los últimos meses e incluso prestándole el avión con el que voló a Singapur.

Tras la cumbre con Trumpel dictador ha regresado a Pekín para informar a Xi Jinping de la nueva era de entendimiento con la Casa Blanca, y de paso pedirle que abra la mano en su frontera para que la economía norcoreana siga respirando.

En este frenesí viajero de Kim Jong-un, ya se especula con un posible encuentro con el presidente ruso, Vladimir Putin, en Vladivostok, y hasta el primer ministro japonés, Shinzo Abe, ha mostrado su interés en reunirse con él. Si continúa la distensión, que dependerá del desarme nuclear al que se ha comprometido en SingapurTrump ya la ha dicho que le espera en la Casa Blanca.

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