En un mundo "donde todo está localizado", Isabel Vázquez, fotógrafa artística y -antes- de naturaleza, ha sabido captar paisajes "efímeros, sin identidad, que cobran vida durante un breve momento para después desaparecer de nuevo" pues la ambigüedad es para ella "una declaración de intenciones".

Así lo ha asegurado a EFEverde la fotógrafa madrileña Rosa Isabel Vázquez, quien, después de años trabajando en reportajes de naturaleza, se dedica ahora a capturar las emociones que transmiten los paisajes, y a reflejar conceptos que van "más allá de lo superficial", como son la muerte, la desmemoria o la ambigüedad.

Formada en Reino Unido -estudió arte y comercio y un máster internacional de fotografía-, acumula ya doce premios nacionales de Fotografía Profesional (Premios Lux), entre otros galardones a los que este año se ha sumado el reciente "Premio Brote Artístico" del Festival Internacional de Cine Medioambiental de Canarias (FICMEC).

"Me cansé de hacer fotografías como postales, buscando el lado bonito pero a la vez comercial de la naturaleza", confiesa esta fotógrafa, y cuenta que el cambio en su profesión se dio en un viaje en 2010 a Islandia, donde pensaba hacer un reportaje fotográfico, ya que "acababa de caer su economía".

Sin embargo, en todo el tiempo que estuvo allí "no paró de llover y fue un desastre", así que, junto a su pareja profesional, José Antonio Fernández, -con quien forma el tándem "Rojo Sache"- dijeron "bueno, vamos a hacer lo que podamos" y, al final "terminamos haciendo lo que quisimos", recuerda.

De ese viaje surgió el trabajo "Minus", que expresa la ambigüedad a través de imágenes de paisajes que "no se sabe dónde están", aduce su autora; "en un mundo donde todo parece estar localizado, reconocido, etiquetado e, incluso, georeferenciado, son espacios efímeros, sin identidad, que cobran vida durante un breve momento para después desaparecer de nuevo".

Señala que la ambigüedad es para ella "una declaración de intenciones" y está presente en toda su obra: "siempre me ha resultado interesante lo indefinido, lo que no es ni una cosa ni la otra", alega.

En 2017, años después de esa primera experiencia en el área que realmente le gusta, Vázquez publicó el libro didáctico "El proyecto fotográfico personal", una guía para profesionales de la fotografía que se encuentren con la necesidad de evolucionar y de "expresarse con una identidad propia".

Su conexión con el entorno natural, dice, viene de su afición al montañismo y al senderismo autónomo de largo recorrido, que son rutas a pie en las que se lleva recursos suficientes para sobrevivir durante largos periodos, en su caso "máximo un mes", en parajes alejados de la civilización, como los que se pueden encontrar en medio de la naturaleza canadiense o de la de Estados Unidos.

En parte también debido a ello, Vázquez se reconoce muy sensibilizada con el respeto al medio ambiente, y denuncia que, cuando trabajaba en la fotografía de naturaleza, a veces denotaba cierta "falta de ética" en algunos de sus compañeros que, asegura, no tenían en cuenta su impacto sobre el entorno.

Por ejemplo, cuenta que algunos fotógrafos especializados en aves "utilizaban ejemplares de pájaros muertos como cebo para hacer la foto a las aves que les interesan" o acosaban los nidos de forma que "las madres se acababan marchando y abandonaban a sus polluelos", prácticas que, según Vázquez, "siguen aplicándose hoy en día".

Por ello, esta fotógrafa, que también imparte clases en la escuela de fotografía La Máquina, se asegura de trasladar a sus alumnos que la respeto por la vida prima sobre una buena fotografía, ya que "en todo caso es imprescindible respetar la naturaleza".