El llamado "Plan de choque de ahorro y gestión energética en climatización" prevé, entre otras medidas, el ajuste de los termostatos en edificios administrativos, espacios comerciales y culturales, estaciones de tren y autobuses y aeropuertos. Concretamente, establece una temperatura mínima de 27 grados para los meses de verano, y una máxima de 19 grados en invierno.

Además de controlar el termostato, se deberán apagar las luces de los escaparates a partir de las 22:00 horas y la iluminación de los espacios públicos cuando no estén en uso, al tiempo que tendrán que tener sus puertas cerradas cuando estén funcionando los sistemas de calefacción o refrigeración. En este sentido, para el próximo 30 de septiembre, estos establecimientos deberían disponer de un sistema de cerrado de puertas. El plan aprobado por el Gobierno forma parte de la estrategia de la Unión Europa para reducir el consumo energético en plena invasión rusa de Ucrania, con la expectativa de que en los próximos meses el suministro de gas ruso pueda verse afectado.

Ante esta situación, las comunidades siguen pidiendo más diálogo al Gobierno y critican la incertidumbre de estas medidas. El sector de la hostelería se ve afectado por estas medidas. Por ello en Trece al Día, el vicepresidente de la hostelería en España, Jose Antonio Aparicio, ha explicado la situación a la que se enfrenta su sector.

Este plan “ha sido improvisado e impuesto”, ha asegurado Aparicio. Ya que en la hostelería de España se tiene relación directa con los ministerios y nadie les ha llamado para comunicarles estas medidas.

Una vez fue publicado este plan, el sector analizó el decreto y pidió aplicar la reducción de 27 a 25 grados. “Nosotros pusimos de manifiesto el decreto 486/97 de seguridad del trabajo”, ha explicado Jose Antonio. Ya que en este decreto se establece que no es un sector sedentario y el límite de temperaturas debe ser otro.

Esto debería haber llegado de forma didáctica, explicativa y consensuada para que se desarrolle, como no ha sido así se está generando rechazo.

Esta situación afecta directamente a la clientela porque es evidente que una temperatura de 27 grados en interior, es notable. En el caso de 25º se nota menos, pero en todo caso supone un esfuerzo y de adaptación de los clientes, quienes tendrán que solidarizarse con los hosteleros. Es cierto que el sector se debe ajustar este decreto, “pero el servicio no se va a dar en las mismas condiciones y todo el mundo debe saberlo” ha subrayado el vicepresidente de la hostelería en España.

En cuanto a las normas que se imponen, el sector hostelería desde el covid ha tenido que hacer continuamente inversiones. “Este esfuerzo debe ser participado por todos los agentes y por las administraciones”, ha incidido Aparicio. Es una inversión porque hay que instalar motores eléctricos en las puertas o puertas de tijeras motorizadas porque hay que informar al cliente y al hostelero internamente, igual que se hace con otros aspectos de la empresa.