Santoral

San Pelayo

De niño murió mártir porque sus detractores le quisieron apartar de la Fe

Recuerda el Señor en el Evangelio que el que escandalice a uno de estos pequeños más le valdría que le encajasen una piedra de molino y le echasen al mar. Hoy celebramos a San Pelayo, que de niño murió mártir porque sus detractores le quisieron apartar de la Fe lo cual es un motivo de escándalo, condenado por Dios como señalábamos arriba. Nacido en Galicia en torno al año 911, era sobrino de Hermogio, Obispo de Tuy (Vigo).

Así se educó a la vera del Palacio Episcopal, participando en el canto mozárabe y, teniendo un profundo conocimiento de la Liturgia, así como de la gramática. Pero en la juventud tuvo que soportar la persecución, viendo cómo sus propios compañeros eran apresados y encadenados. La misma suerte corrió él cuando, bajo el pretexto de llevarle a ver a su tío, la verdadera intención era canjearle ya que el prelado era anciano y enfermo, mientras él se encontraba robusto y fuerte.

Poco a poco se ganó la confianza de los carceleros con los que discutía sobre la verdadera Doctrina de la Fe, al tiempo que cuando le dejaban pasar por entre los presos de la cárcel, se acercaba de forma especial a aliviar a los sacerdotes. También tuvo ocasión de comprobar la corrupción de muchos cordobeses entregados a los deseos de Abderramán III quien les prometía riquezas a cambio de abandonar la Fe de Cristo, algo que no entraba en su mente.

Precisamente cuando le llegaron las promesas vanas y terrenales de los enemigos, se afianzó más en el Señor. Por esto fue condenado a muerte, siendo arrojado desde una catapulta de guerra. Posteriormente un guardia le cortó la cabeza. Su cuerpo fue trasladado a León y después a Oviedo donde reposa hoy. Concretamente en el Monasterio de Benedictinas que lleva el mismonombre San Pelayo.

dd/mm