SANTORAL 4 AGOSTO

El Santo Cura que con su ministerio fue un ejemplo de humildad y preocupación por las almas

San Juan Bautista María Vianney nació en Francia y se hizo sacerdote.

Jesús Luis Sacristán García

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Buscar la perfección como pide el Señor no tiene porqué encontrar ayuda en el ambiente. Muchos hombres que han sido ideales de Santidad, apoyados en Cristo, han tenido un entorno indiferente, cuando no contrario. Pero en esa situación es donde se ha curtido su condición de cristiano. Esto es lo que le ocurrió a San Juan Bautista María Vianney, popularmente llamado el Santo Cura de Ars, que celebramos hoy. 

Nace en Dardilly, municipio cercano a Lyón. La época que le toca vivir es la efervescencia de la Revolución Francesa. Tras una infacia sencilla descubre que su amor a Dios le encauza a una vida entregada. Entonces da muestras de vocación sacerdotal. Como cada vez es más notoria su llamada al sacerdocio, marcha a la escuela del Cura de Ecully. Sin embargo, la contrariedad se presenta cuando los estudios se le hacen tremendamente difíciles. Así, tiene que recibir clases especiales de latín. 

Reclutado por Napoleón, que retiró la exención de la participación en el ejército a los aspirantes al sacerdocio, hubo de partir hacia la Guerra contra España. Inesperadamente cae en poder de los desertores, estando a punto de ser considerado como uno de ellos. Tras reanudar sus estudios, es ordenado presbítero y enviado a Ars, un pequeño pueblecito de feligreses imbuidos en el paganismo y la indiferencia. 

Pero su tesón en la oración y la dirección espiritual de las almas, hace que esa aldea abandonada sea centro de peregrinación de muchos lugares lejanos, al correr la fama de santidad del Párroco, que pasa muchos ratos en el confesionario. No faltan los enfrentamientos con el diablo, molesto por las conversiones. Esos vapuleos le curten en el amor a Dios, cuando el maligno le recrimina su fervor diciéndo: “Sólo cuatro más como tú me arruinaríais el reino de las tinieblas”. El Santo Cura de Ars muere en 1859. El Papa emérito Benedicto XVI le ha propuesto como Patrono de todos los Párrocos.

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