
Madrid - Publicado el
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Hoy, Domingo XXX del tiempo Ordinario, Cristo sigue hablando de oración. Esta vez desde la humildad. Por eso cuenta la parábola en la que dos hombres suben al Templo a orar. Uno es fariseo y el otro publicano. El fariseo se sentía muy orgulloso de todo lo que hacía porque no era como los demás hombres.
Incluso no era como el publicano. Sin embargo este último solamente pedía perdón por sus culpas, se golpeaba el pecho y no se atrevía ni a levantar la cabeza. El resultado es que el publicano bajó a su casa justificado y el otro no. La clave está en la humildad que tiene el publicano, de la que carece el fariseo.
Y porque tuvieron grandes gestos de humildad hasta la muerte, también hoy celebramos a los Santos Valentín y Engracia. Su vinculación está unida a San Frutos que conmemoramos ayer, ya que los tres son hermanos. al morir los padres, Valentín y Engracia siguen el criterio y el consejo de su hermano.
Para ello venden todo lo que tienen y se quedan en la más absoluta pobreza. Es el momento de acercarse a otra forma de vida como los anacoretas, por ejemplo, San Antonio Abad o San Saturio y San Prudencio. Ellos, una vez abandonado Segovia, se establecen en dos ermitas distantes en la zona de Caballar.
La idea era mantener la distancia de su hermano y entre ellos mismo también porque de esa manera no se distraerían de lo importante en su forma de vida. Allí la oración es fundamental y el trabajo en el campo para ganarse el pan con el sudor de su frente. Durante la persecución de los moriscos, Valentín y Engracia son sorprendidos rezando. Ambos mueren mártires.





