JUEVES 23 DE AGOSTO

Santa Rosa de Lima, patrona de Hispanoamérica: una vida de obediencia y caridad

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Hoy hacemos memoria de Santa Rosa de Lima, patrona de Hispanoamérica. Nació en la actual capital de Perú en 1586, después de que sus padres, oriundos de España, emigraron a esas tierras. La humildad adornaba la casa por encima de cualquier otro ornamento que oliese a riqueza y poder, a pesar de que su padre tuviese un cargo de noble.

Cuando su hija vé la luz en tierras americanas le ponen Isabel, pero su cara sonrosada invita a cambiar su nombre por el de Rosa, con el que ya se quedará siempre. Precisamente, asegura este nombre cuando es confirmada por otro santo español: Santo Toribio de Mogrovejo, obispo de esas tierras. Desde pequeña iba a rezar a un Convento dominico. Un gesto que no pasó desapercibido para Dios, que le llamó a servirle en la Orden Dominica. Su generosidad no se hizo esperar y allí entró ligera de equipaje y con desprendimiento.

La vida era tal y como se acostumbraba a hacer en Perú. La religiosidad era abundante. Rosa conocía perfectamente la manera de juntar la alabanza a Dios con las tareas cotidianas. En su quehacer tenía fuertes ratos de oración y otros momentos de ofrecer, tanto el trabajo como las cosas de cada momento. A pesar de no ser la mayor de los hermanos, siempre decidió ser ella la que sostuviese a los demás dentro del hogar.

Entre sus grandes virtudes se señala la obediencia, algo que siempre trató de cumplir, pidiendo, incluso, perdón a sus padres y superiores por cuantas veces no lo había hecho. Tampoco faltó la humildad que siempre presidió todos sus gestos y acciones impregnados de caridad, centrados en la ayuda a las almas para alcanzar la salvación y en el socorro a los pobres desde las obras de misericordia. En todo esto siempre estuvo presente su espíritu de austeridad y penitencia. Muere en 1617 cuando contaba con sólo 31 años. 

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