
Madrid - Publicado el
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Recuerda San Pablo en su Primera Carta a los Corintios que ya podría tener el donde lenguas y de mover montañas, incluso dejarme quemar vivo. Pero si no tengo amor soy como un címbalo que retiñe porque de nada me aprovecha. Esta es precisamente la base en el obrar de San Vicente de Paul, que hoy celebramos.
Siempre sintió que la caridad es la razón de ser que explica la Fe del cristiano. Aquitania en Francia, vería nacer el año 1581 a este Santo, que, formó parte de un hogar de campesinos muy humilde y religioso. Sin embargo desde niño, se le veía un gran espíritu de fervor hacia Dios y una gran capacidad de estudio por lo que fue enviado a formarse con los libros.
Ordenado sacerdote, fue un celoso pastor de almas en París. Su espíritu de caridad, siempre estuvo impregnado de la oración, ya que él mismo señalaba que, sin el trato diario con el Señor en el Sagrario, no podía dar los frutos debidos.
Entre las obras de apostolado que llevó a cabo, destacan la organización y desarrollo de las misiones populares, además de una atención especial a los sacerdotes, así como a los pobres, en los que descubría el rostro del Señor. Siempre tomó contacto con su realidad de miseria espiritual y humana.
Para realizar mejor estas iniciativas, fundó los Padres Paúles y las Hijas de la Caridad. En esta última contó con Santa Luisa de Marillac. San Vicente de Paúl muere en París año 1660. Es Patrono de todas las iniciativas de caridad y solidaridad. De hecho, siguiendo este carisma del amor, surge en el siglo XIX la Asociación de caridad San Vicente de Paúl.