Santoral

San Pedro Damiani, intelectual monástico

El Señor profetiza en el Evangelio que será causa de divisiones. No porque Él las quiera, sino que los hombres por su seguimiento o rechazo, se dividirán. El Santoral de hoy nos recuerda a San Pedro Damián, que sintió las divisiones en el hogar. Nace en Rávena (Italia) el año 1007, en el seno de una familia pobre. Pronto queda huérfano, haciéndose cargo de él un hermano que le maltrató, por lo que otro de nombre Damián le cuidó con esmero.

De ahí que tomase de su propio hermano el segundo nombre, en clave de gratitud y recuerdo para pedirle a Dios por él siempre. Alumno prestigioso de famosas universidades como Rávena, Faenza y Parma, se retira a un Monasterio donde le elegirán, con el tiempo Abad. Es la tarea que la Providencia le tenía encomendada. Allí se entremezclan problemas de salud, estudio y regla de disciplina penitencial, fundando después nuevos monasterios.

Asistente a Roma a la coronación de Enrique III, Emperador del Sacro Imperio Romano y al Concilio de Letrán, cuando vuelve al cenobio se da cuenta de la importancia de la vida eremítica en la vida de los cristianos, algo que casi nunca se valora debidamente. Así se lo contará al Papa Clemente II, uniéndose a las disposiciones de reforma y revitalización en bien de los carismas contemplativos.

Nombrado Cardenal, el Papa Alejandro III potencia su celo apostólico, donde legará abundantes escritos en bien de la Iglesia ante la amenaza de cisma y el advenimiento de un antipapa. Deseoso de abandonar todos los servicios asignados para llevar una vida más monacal, los superiores no le aceptan la renuncia, enviándole a resolver el problema de Monte Casino, la cuna de San Benito. En medio de todos estos proyectos de apostolado, con sus dificultades, San Pedro Damiani muere en el año 1072.


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