San Jerónimo, perfecto conocedor de las Escrituras

Jesús Luis Sacristán García

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La mejor forma de vivir a Dios es conocer su Palabra. Hoy celebramos a San Jerónimo, gran conocedor de toda la Historia de la Salvación recopilada en la Historia Sagrada. Nacido a principios del siglo IV en Dalmacia, su padre, hombre de buena posición, envió a su hijo a estudiar a la Ciudad Eterna. Allí aprendería con los mejores maestros filosofía y retórica. Todo esto le hace recapacitar porque le falta lo más importante.

Tras un periodo de formación, siente la pérdida que ha tenido al no abrazar a Cristo, por lo que decide bautizarse y aceptar la Fe. Cuando marcha a Oriente, lleva una vida eremítica, ordenándose sacerdote. Allí rompe con todos los lazos que le unían a Occidente, para entrar con mayor profanidad en el silencio y la contemplación. Al mismo tiempo, leyó a autores latinos de la antigüedad, forjándose en lenguas clásicas, latín y griego.

Invitado por San Dámaso a ir de nuevo a Roma, fue secretario del anciano Papa. El Pontífice le encargó, dados sus conocimientos de lenguas clásicas, la traducción de la Sagrada Escritura al latín. Su vivencia en el silencio, le hizo ser un verdadero impulsor del Monacato en Occidente, que sacará adelante y perfeccionará San Benito de Nursia, agún tiempo después. Esta obra se denomina "La Vulgata".

A medida que va envejeciendo, decide retirarse, marchando a Tierra Santa y, más concretamente, a Belén, donde escribirá buen número de sus obras. Entre ellas figuran escritos de gran hondura espiritual y científica, así como la culminación de la traducción al latín de la Sagrada Biblia, sin olvidar los comentarios a la Palabra de Dios. Su duro carácter le da fortaleza a la hora de llevar esta gran gesta en la Vida de la Iglesia a lo largo de los tiempos. San Jerónimo muere en el año 420.


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