La mujer que luchó por la unidad en la Iglesia y la renovación de la vida religiosa

Esas son dos de las notas que definen la vida y aportación de santa Catalina de Siena, co-patrona de Europa

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Pascua es vida porque implica unidad. La que trae el Espíritu Santo en Pentecostés y la que Dios quiere tener con los hombres, al tiempo que también la quiere entre los seres humanos. El Pueblo de Israel vivió una dura división durante el destierro y cuando se acercaba a otros pueblos con sus falsas divinidades. Esto ocasionó que anduviese sin rumbos.

Hoy es Santa Catalina de Siena, que conoció mucho eso de las divisiones. Nace el año 1347 en Siena (Italia), heredando de su padre la caridad, la dulzura y la bondad, mientras que de su madre toma la decisión y la firmeza. En su niñez, tiene una fuerte experiencia sobrenatural de Dios, optando por la consagración al Señor, a pesar de que sus padres intenten buscarla esposo. Tras un tiempo de abandono de su vida espiritual, retorna al camino de la Fe.

Pronto ingresará en las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, que eran de la Tercera Orden Dominica. Desde este momento, se acrecienta la vida interior con más ahínco, si cabe, que en momentos pasados. Esta profundidad se plasmó en sus escritos. Y tanto sus publicaciones como su vida, orientaron e influyeron en muchas personas de todos los estilos y clases.

Uno de los sellos más característicos de su vida fue el impulso que dio para exhortar a los Pontífices a Roma en los duros momentos del Destierro de Avignon, algo en lo que insistió hasta que lo consiguió. También destacó por su contribución a la renovación de la vida religiosa, algo por lo que luchó hasta el final de sus días. A pesar de que su vida humana se iba deteriorando, no cejó en pedir a Dios por la salvación del mundo y la revitalización de la Iglesia Universal. Muere muy prematuramente, en el año 1380 y es co-Patrona de Europa

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