
Madrid - Publicado el
2 min lectura0:42 min escucha
Hay Santos en los que la sencillez les ha hecho muy cercanos a Dios. Seguramente es el caso de este 28 de mayo. Porque hoy es Santa Mariana de Jesús de Paredes. La humildad con que el Cielo el adornó y que ella vivió dentro de sus limitaciones no tiene precio. Nacida en Quito (Ecuador) en el año 1618, es hija de un capitán español y madre procedente de la alta nobleza.
De niña se queda huérfana. Su hermana mayor -que estaba casada con el capitán Cosme de Miranda- se hizo cargo de ella. La ayuda espiritual y humana del jesuita Juan Camacho le hace consagrarse al Señor. No abrazó ninguna Congregación en concreto sino que lo vivió según la Providencia le marcaba.
También llevó una vida de sacrificio y entrega, siendo una gran misionera. Sobre todo lo hizo entre los indios mainas que fueron los que más cerca tenía para predicarles el Evangelio con su vida testimonial. Un día ingresa en la Tercera Orden de la Penitencia de San Francisco. En ella veía la mejor forma de acercarse a la vocación que el Señor el pedía.
El Espíritu Santo le concedió el Don de Consejo. También lograba poner paz donde había discusiones. Además tenía tal dulzura que convertía a muchos. Santa Mariana de Jesús de Paredes muere en 1645, ofreciendo su vida por las víctimas de un terremoto que asoló su tierra. El sacerdote aseguró que iba a ofrecerse él.
Sin embargo ella se puso en su lugar diciendo que él tenía que perdonar pecados y convertir a muchos por lo que ella lo hacía gustosamente. Se le conoce por el sobrenombre de la “Rosa de Quito”. El motivo es que cuando le hicieron una sangría para curarle de una enfermedad la sangre que le quitaron la arrojaron a un macetero y floreció una azucena.





