
Madrid - Publicado el - Actualizado
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En este Domingo XXII del Tiempo Ordinario, el Evangelio presenta a Cristo advirtiendo a muchos de los invitados a un banquete a que no cojan los primeros puestos para no ser alabados por los hombres, sino solamente por Dios.
Lo hace en el contexto de una fiesta a la que Él ha sido también invitado. Y esto le sirve para exponer la Fe. También advierte que las cosas que hagamos no tienen que ser hechas para ser pagados por los que pueden pagar, sino que hemos de buscar que sea Dios el que nos lo reconozca. Y en este día celebramos también a San Ramón Nonato.
Nacido a comienzos del siglo XIII, recibe este sobrenombre de Nonato porque le sacaron del seno materno, una vez había muerto su madre. Desde pequeño da muestras de un gran amor a la Virgen. Amigo de San Pedro Nolasco, se ordena sacerdote y abraza el carisma mercedario siguiendo las indicaciones de La Virgen cuando se le aparece.
De este mismo carisma hablaría la Virgen a San Pedro Nolasco, a Jaime I “el conquistador” y a San Raimundo de Peñafort. Pronto marcha a tierras de África a liberar a los cautivos, característica propia de los mercedarios. Su anhelo por servir a Dios en los demás, le hace ponerse en el puesto de algunos presos para redimirles.
Una vez que ha vuelto a España, es nombrado Cardenal por el Papa Gregorio IX, pero muere antes llegar hasta Roma. Los restos de San Ramón Nonato fueron sepultados en la Iglesia de San Nicolás en Portell. Es abogado de las madres gestantes.