
Madrid - Publicado el
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Lo más importante en la vida del cristiano es sentirse un siervo que ha hecho simplemente lo que tenía que hacer. Uno de esos siervos es San Juan María Bautista Vianney que celebramos hoy. Popularmente conocido como el Santo Cura de Ars, nace en plena Revolución Francesa, cerca de Lyón (Francia) el año 1786.
Un día da signos de que Dios le llama al sacerdocio. No es posible el acceso a los seminarios, dado el clima revolucionario que ha cerrado todo lo que suene a Fe cristiana. Entonces todos los seminaristas y aspirantes al orden Sacerdotal se formaban con sacerdotes que fuesen santos y verdaderos testigos.
En su caso fue a la parroquia de Ecully. El sacerdote de esa parroquia se hizo cago pronto de él y descubrió una verdadera vocación. Sin embargo surgen las pruebas en forma de problemas. El joven seminarista no es un hombre que retenga conocimientos. No es capaz de asimilar bien el latín y otras materias de Filosofía y Teología.
Sin embargo su vida interior es muy potente. Pero de una dificultad a otra porque Napoleón recluta soldados para la Guerra contra España. Los casos como Juan María Vianney no quedan exentos y él debe incorporarse a filas. En el camino cae en poder de unos desertores, pero cuando son detenidos hay malentendido con él y los que les arrestan piensan que es uno de ellos.
Solucionado el problema vuelve a seguir la formación en Ecully. Una vez ordenado sacerdote le destina a Ars. Es un pueblo muy pequeño. Todos piensan que es hechura para le nuevo Párroco porque allí pasará muy inadvertido.
Casualmente no es así, porque su oración ante el Santísimo y su cuidado por las almas le lleva a que corra la fama de su santidad de vida. Al final estará en un verdadero centro de peregrinaciones. Entre los dones que recibe uno de ellos es el conocimiento de almas, lo que aplica las largas horas de confesionario.
No faltan los enfrentamientos con el maligno lo que le fortalece en la Fe. San Juan María Bautista Vianney muere en el año 1859. El Papa Benedicto XVI le nombró Patrono de los Párrocos y de todos los sacerdotes del mundo.