
Madrid - Publicado el
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El hombre que engrosa el Santoral de este día vivió en el más absoluto silencio. Hoy celebramos a San Frutos. Su vida tiene lugar en torno al siglo VII. Concretamente el nacimiento se sitúa el año 642 en el seno de una familia rica, que tuvo, además, otros dos hijos: Valentín y Engracia. Al morir sus padres, heredan una gran riqueza y muchos bienes. Es toda una tentación.
Pero Frutos persuade a sus hermanos para que no sigan los dictámenes del mundo. Recapacitando par hacer lo mejor en el camino de perfección, venden toda la herencia para vivir en la más absoluta pobreza. Así dejan la capital segoviana de donde proceden para vivir en tres ermitas a orillas del Duratón. De esta manera favorecían un mayor trato con el Señor.
Pero en estas circunstancias, surge la invasión morisca, y Valentín y Engracia, mueren mártires. Hacia ese camino, tiende también Frutos, pero la Providencia, quiere que él sea ayuda para los cristianos que sufren la persecución. Y así lo hizo. Pero su tarea no quedaría aquí, porque en su camino se cruzan muchos musulmanes a los que convierte a la Fe.
También se le atribuye el don de hacer milagros curando a muchos enfermos y ayudando a los más necesitados. Su fama recorre la zona y muchas personas le buscan con la idea de pedirle oración y consejo para solucionar sus problemas. Su muerte tiene lugar el año 715 en la paz del Señor.
Fue para todos un ejemplo de humildad, sencillez, caridad y mucha paciencia. San Frutos es Patrón Principal de Segovia. Su legado queda en la ermita levantada en su honor situada al pie de las Hoces del Duratón entre Villaseca y Aldeonsancho, pueblos cercanos al municipio segoviano de Sepúlveda.





