
Madrid - Publicado el
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La Santidad del Señor queda estampada en los Patriarcas y profetas del Antiguo Testamento. Hoy celebramos al Profeta San Eliseo, del que nos habla el Libro de los Reyes. Se le presenta como un hombre de muchas riquezas porque araba con doce yuntas de bueyes. Sustituto de Elías, fue primero su discípulo porque aquel le eligió por Orden de Divina.
Antes de que su Maestro se vaya le dice que le pida algo. Él le ruega tener un poco de su fuerza. Yavé se lo concede. Una vez que Elías sube al Cielo en un Carro de Fuego, Eliseo siente la Presencia de Dios en su vida. De hecho, se le llama el “Profeta de los milagros”.
Su poder de oración hace que el Cielo niegue la lluvia llegando un tiempo largo de sequía para hacer reflexionar al Pueblo y que vuelva a la Divina Providencia. En otro momento es acogido en una casa y cuando el hijo de esa familia muere, él le resucita. Su predicación se orienta a corregir la idolatría del Pueblo Elegido, no lográndolo siempre, porque es de dura cerviz.
Pero uno de los Pasajes más renombrados es el la curación de Naamán. Se trata de un ministro sirio que contrae la lepra. Una esclava suya que es israelita le recomienda ir al Santo. Al llegar no sale sino que le envía recado para que se bañe siete veces en el río. Naamán se va decepcionado, porque se imaginaba que saldría y le diría otra cosa.
Sin embargo cuando el convencen sus siervos lo hace y se cura. Le intenta dar algunos presentes pero el hombre de Dios lo único que le pide es que crea en el Señor de Israel, el Único Verdadero. El Profeta San Eliseo morirá en el reinado de Joás, tras haber intentado encauzar al pueblo por la senda de la Alianza del Sinaí.